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Oriente Petrolero se encuentra en una encrucijada cada vez más crítica, enfrentando no solo una severa crisis económica e institucional, sino también la necesidad de comenzar a planificar su temporada 2025 bajo restricciones que le impiden registrar nuevos jugadores. La situación se complica aún más con la incertidumbre que rodea a varios futbolistas cuyos contratos expiran este año, quienes no han mostrado interés en extender su vínculo con el club.
En noviembre, el club recibió un duro golpe por parte de la FIFA, que lo sancionó debido a incumplimientos en los pagos. Como resultado, Oriente no podrá registrar nuevos jugadores durante tres ventanas de transferencias consecutivas, lo que significa que no podrá fichar hasta mediados de 2026, a menos que logre saldar sus deudas.
A pesar de esta prohibición, el equipo tiene la opción de renovar los contratos de sus actuales jugadores o promover a talentos de las divisiones inferiores. Sin embargo, varios futbolistas han dejado claro que no están dispuestos a continuar en las mismas condiciones. Entre ellos, Junior Sánchez, Alejandro Torres, John García y Marcos Riquelme han confirmado su salida, mientras que otros como Gilbert y Sebastián Álvarez, Diego Barreto, Sebastián Ramírez, Hugo Dorrego, Jorge Flores, Enrique Añez y Diego Bejarano aún no han definido su futuro en el club.
La incertidumbre también afecta al cuerpo técnico, liderado por Joaquín Monasterio, quien tiene un contrato vigente por seis meses pero no ha recibido ninguna remuneración desde que asumió el cargo.
La situación de Oriente Petrolero se torna cada vez más alarmante, y la falta de comunicación por parte de la directiva es motivo de preocupación. Hasta el momento, Ronald Raldes, presidente del club, no ha emitido ninguna declaración sobre la sanción impuesta ni sobre la deuda pendiente con los jugadores, lo que añade más tensión a un panorama ya de por sí complicado
