El aumento del parque automotor en Bolivia contrasta con la alarmante subida en la importación de combustibles, generando preocupación en diversos sectores.
El crecimiento del parque automotor en Bolivia ha sido significativo en los últimos años, pero este aumento se ve opacado por la notable subida en la importación de combustibles, que ha despertado preocupación en diversos sectores debido a posibles desvíos hacia actividades ilícitas.
El crecimiento del parque automotor en Bolivia ha sido significativo en los últimos años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El número de vehículos en el país aumentó de 536.578 en 2005 a 2.470.622 en 2023, lo que representa un incremento del 360%. Sin embargo, este crecimiento es eclipsado por el notable aumento en la importación de carburantes, lubricantes y productos relacionados, que se disparó en un asombroso 1.105%, pasando de 239,5 millones de dólares en 2005 a 1.879,1 millones de dólares en 2024.
La disparidad entre el crecimiento del parque automotor y la importación de combustibles ha generado preocupación en algunos sectores. El asambleísta departamental de Tarija, Luis Lema, ha cuestionado esta discrepancia, señalando que mientras el parque automotor ha crecido poco más de tres veces, la importación de combustibles se ha multiplicado por doce. Lema plantea la posibilidad de que esta situación pueda estar relacionada con el desvío de carburantes hacia actividades ilícitas, como el narcotráfico, los vehículos chutos, la minería ilegal y el contrabando de carburantes en las fronteras.
El diésel importado representa el 86% del total consumido en Bolivia, mientras que aproximadamente el 54% de la gasolina es importada. Lema ha instado a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y otras entidades estatales a llevar a cabo una auditoría exhaustiva para investigar esta situación.
El legislador también ha señalado la falta de controles efectivos por parte del Estado en la distribución de combustibles, especialmente considerando que se subsidia gran parte del consumo nacional de carburantes. La importancia de asegurar que el combustible llegue al mercado formal se vuelve crucial, ya que las estadísticas sugieren una pérdida significativa de recursos debido al desvío de productos hacia circuitos ilegales.
Los datos oficiales respaldan las preocupaciones planteadas por Lema. La demanda diaria de carburantes en Bolivia, según cifras proporcionadas por YPFB, alcanza los 7 millones de litros entre diésel y gasolina. Esta demanda ha ido en aumento en los últimos años, al igual que el precio de importación de los combustibles en el mercado internacional, lo que ha generado un incremento en los recursos destinados a la adquisición de carburantes por parte del país.
En 2019, Bolivia gastó 1.500 millones de dólares en la importación de gasolina y diésel, una cifra que se elevó a 3.300 millones de dólares en 2024. El presupuesto nacional para 2025 contempla una asignación de 2.900 millones de dólares para este fin, lo que representa un gasto semanal de 56 millones de dólares en importaciones de carburantes.
El problema se agrava debido al subsidio estatal que mantiene precios fijos para el diésel y la gasolina en el mercado interno, lo que hace que Bolivia tenga uno de los combustibles más baratos de la región. Esta situación alimenta el contrabando hacia países vecinos, con estimaciones que sugieren que Bolivia pierde alrededor de 600 millones de dólares debido al contrabando de carburantes.
Ante esta problemática, diversos sectores y analistas económicos han advertido sobre la insostenibilidad de la política subsidiaria de carburantes, especialmente en un contexto de crisis económica derivada de la disminución de la renta del gas en Bolivia en la última década.
YPFB ha reconocido dificultades en la compra de carburantes, atribuyendo esto a la reducción de divisas generadas por la venta de gas en el país. Datos manejados por Luis Lema revelan una disminución del 52% en la producción de gas en 10 años, lo que se traduce en una menor disponibilidad de recursos económicos para Bolivia. El consumo interno de gas, por otro lado, ha aumentado un 68%, lo que plantea desafíos adicionales en el sector energético del país.
La disparidad entre el crecimiento del parque automotor y la importación de combustibles en Bolivia plantea desafíos importantes en términos de control y sostenibilidad económica, generando preocupación en diversos sectores y analistas.
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