La presencia del presidente chileno, Gabriel Boric, en la ceremonia de investidura del mandatario electo de Bolivia, Rodrigo Paz, el próximo 8 de noviembre, marca un punto de inflexión en las relaciones bilaterales, sugiriendo el inicio de una fase de mayor acercamiento tras años de desencuentros diplomáticos. Este gesto es considerado de gran relevancia por diversos observadores de la política internacional, quienes interpretan la decisión de Boric como una clara señal del interés de la diplomacia chilena por forjar un vínculo más constructivo y dinámico con la nación vecina.
El viaje del jefe de Estado chileno a La Paz, acompañado por la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Gloria de la Fuente, se realizará inmediatamente después de su participación en la Reunión de Líderes de la COP30, programada en Belém do Pará, Brasil, entre el 5 y el 7 de noviembre. La última ocasión en que un presidente chileno asistió a una toma de posesión en Bolivia fue en 2006, cuando Ricardo Lagos acudió a la primera investidura de Evo Morales. Este antecedente resalta la singularidad del actual desplazamiento, especialmente considerando que la relación entre Boric y el actual presidente boliviano, Luis Arce, no había alcanzado un nivel de fluidez significativo, a pesar de compartir ciertas afinidades ideológicas.
La llegada de Boric representa un avance sustancial en el ámbito diplomático, con la expectativa de que Bolivia pueda consolidar lazos más amplios con su vecino. Existe un consenso sobre la necesidad de proyectar la mirada hacia el futuro y establecer una colaboración armónica, lo que hace que este reinicio de las interacciones sea visto con optimismo.
Históricamente, las relaciones diplomáticas entre ambos países han sido complejas, interrumpidas desde 1962, con una breve reanudación entre 1975 y 1978. La principal causa de esta discontinuidad ha sido la persistente demanda boliviana por un acceso soberano al océano Pacífico, tras la pérdida de su litoral a finales del siglo XIX. La tensión se agudizó en 2013, cuando Bolivia presentó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para obligar a Chile a negociar dicha salida al mar, una pretensión que el tribunal desestimó en 2018.
Otro foco de disputa ante la CIJ fue el caso del río Silala. En 2016, Chile demandó a Bolivia por el uso de sus aguas, a lo que Bolivia respondió con contrademandas en 2018, argumentando que el caudal había sido canalizado artificialmente en la década de 1920. Finalmente, en 2022, la corte dio por cerrado el litigio al constatar que ambas partes coincidían en la naturaleza internacional del río, lo que eliminaba la necesidad de un fallo.
A pesar de estos desafíos históricos y las rupturas diplomáticas, las administraciones de Arce y Boric han mantenido una colaboración a nivel ministerial en los últimos años. Esta cooperación se ha centrado en áreas como la seguridad, el comercio, la migración, y la lucha contra el contrabando y el ingreso ilegal de vehículos robados en Chile para su posterior comercialización en Bolivia.
Un tema que generó reciente fricción fue la propuesta electoral de Rodrigo Paz de legalizar los automóviles sin documentación, conocidos coloquialmente como ‘chutos’. Esta iniciativa provocó el rechazo de algunas autoridades y candidatos presidenciales chilenos, aunque el presidente electo boliviano aclaró posteriormente que la medida no se aplicaría a los vehículos sustraídos en Chile. La complejidad de la relación se subraya también por las marcadas diferencias ideológicas entre Boric, identificado con la izquierda progresista, y Paz, quien se posiciona en el centro-derecha liberal

