Los Mundiales de 2025, los de Saalbach, echaron el cierre con el eslalon masculino. Dos semanas de alta adrenalina culminaban con una prueba en la que las aceleraciones del corazón están siempre aseguradas. Con el primer puesto del palmarés asegurado para la gran superpotencia actual, Suiza, y el noruego Henrik Krisoffersen defendiendo el oro,  la gran prueba de la técnica arrancó con un de los grandes favoritos: Clement Noel. El francés, dominador como casi ninguno de la especialidad, marcó una bajada inicial diabólica. Su 59.23 se convirtió en una referencia imbatible. Ya no es que nadie lo batiera, es que sólo Loic Meillard fue capaz de situarse a una distancia para pelearle el oro sin tener que recurrir a una gesta. A 0.19 de Noel, Meillard presentó la candidatura suiza al quinto oro.  Y fue buena, porque el francés falló otra vez en el desenlace, Meillard fue campeón del mundo, con la plata para el noruego McGrath y el bronce para Alemania (Linus Strasser).
Para el resto, las distancias se iban por encima del medio segundo. Candidaturas de primer rango, como la de Kristoffersen, se quedaban a una distancia que exigía una proeza en la segunda manga: 1.59. En ese grupo se colocaba la gran baza austriaca, Manuel Feller (1.28). O la del brasileño Lucas Pinheiro-Braathen (1.51). Todos ellos quedaban en manos de hacer una segunda parte de la carrera espectacular, que la pista castigase a los mejores tiempos y que estos cometieran una buena cantidad de errores. Porque de la primera bajada sólo cuatro corredores acabaron a menos de un segundo de Noel: Meillard (0.19), McGtrath (0.64), Haugan (0.74) y Strasser (0.77). Esa primera manga se completó con los tres de los cuatro españoles en meta. El mejor fue Juan del Campo, en la plaza número 30 (+3.34), la que marcaba desde donde arrancaba la segunda bajada. Aingeru Garay fue el 38, Tomás Barata el 51 y Quim Salarich no pudo acabar.
En principio, el juego de tronos por las medallas estaba reservado a los cinco mejores tiempos de la primera manga. Pero había que estar atento a alguna bajada de esas que se visten de gran remontada. Una triple en la parte final se convirtió en el obstáculo más peliagudo de un dinámico marcaje del equipo francés.
La lucha de verdad arrancaba, la de los once mejores, con Kristoffersen. Desde esa frustrante posición, el oro en 2023 tenía como objetivo al británico Dave Ryding y su 1:55.53. El noruego completó sus oscuros Mundiales con otra bajada alejadísima de su nivel. Las medallas quedaban a un mundo de su rendimiento. Un análisis que vale también para lo que ha vivido Pinheiro en Saalbach. La posibilidad de ver a Brasil en el podio no ha existido.
Al corte de los siete mejores se llegó con Ryding, que se lo pasaba en grande, primero. El británico disfrutó de ese privilegio hasta que bajó Manuel Feller. El austriaco, con un portentoso final y arriesgado, se puso en cabeza (-0.72) y era el referente para los cinco que en la primera manga acabaron en menos de un segundo. El ataque al podio de Austria era bueno, pero con la tara de la primera manga. El primero fue Linus Strasser. El bávaro enfrió a los austriacos y tomó el mando de la prueba.
Lanzada la batalla por los metales, el noruego Haugan no pudo mejorar a Strasser ni Feller. El siguiente otro de la armada noruega, McGrath. Y él sí pudo. Se aseguró medalla y metió a Noruega en la opción de su tercer oro en eslalon seguido. Ya sólo quedaban Meillard y Noel. El asalto suizo al oro, con Meillard, se hizo realidad. Su bajada, siempre elegante, lo catapultó a la primer plaza (-0.26). Todo quedaba en manos de Noel.
Habituado los sustos y a errores después de dominar la primera manga, Noel se equivocó otra vez. El oro olímpico hizo una de las suyas e hizo que Francia cierre en blanco los Mundiales. El oro, otra vez, era para Suiza, la plata para Noruega y el bronce hablaba alemán. Juan del Campo acabó en la posición 23.
Los Mundiales bajan el telón con lo que se esperaba: un dominio abrumador de Suiza. Era un imposible poder discutir a un equipo con tantos recursos como lo es el helvético. Seis oros, el triple que las de Austria, Italia y Estados Unidos, cinco platas y tres bronces explican el poderío suizo.

FUENTE: MARCA

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