En la región, los viticultores recurren a la utilización de bombas artesanales para intentar proteger sus cultivos de granizo durante la temporada de festividades patronales, aunque reconocen que la efectividad de estos dispositivos es bastante limitada. Renán Adauto Vilte, presidente de la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV), señaló que estos cohetes, comúnmente conocidos como bombas de los Santos o de San Roquito, brindan una defensa mínima, estimada en menos del 10%.
El dirigente explicó que, en ocasiones, el uso de estas bombas puede incluso intensificar la caída del granizo, por lo que, en su opinión, es preferible aceptar las pérdidas y estar preparados para ellas, dado que ningún método garantiza una protección total contra este fenómeno meteorológico.
Durante las primeras lluvias de la temporada, que suelen ir acompañadas de granizadas, los productores activan estas bombas para intentar desviar las nubes de granizo o hacer que caiga únicamente agua. José Luis Sánchez, representante de la cadena productiva de uva, vino y singani, confirmó que algunos fabricantes incorporan yoduro de plata en estas bombas artesanales, vendiéndolas a un precio aproximado de 400 bolivianos. Esta sustancia química se utiliza con la intención de modificar la formación de granizo, aunque no se detallaron los nombres de los proveedores.
Ante la vulnerabilidad de los viñedos, que requieren entre tres y cuatro años para recuperarse después de un daño severo, Adauto Vilte propuso la implementación de un seguro vitivinícola. Este mecanismo permitiría mitigar el impacto económico de las granizadas y facilitar la recuperación de los productores afectados. Sin embargo, el desarrollo de este seguro ha enfrentado obstáculos, en gran parte debido a la politización del tema y a la falta de compromiso colectivo.
El dirigente destacó la necesidad de establecer un fondo rotatorio en colaboración con el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, donde las contribuciones de quienes no sufren daños puedan financiar la recuperación de aquellos que sí resultan afectados. No obstante, la iniciativa no logró avanzar porque la participación no fue integral; solo un pequeño porcentaje de productores estuvo dispuesto a aportar, lo que dejó al proyecto sin viabilidad.
Adauto Vilte enfatizó que la adhesión al seguro debería ser obligatoria para todos los dueños de viñedos, a fin de garantizar un respaldo adecuado frente a las pérdidas causadas por fenómenos climáticos adversos. Actualmente, se trabaja en la elaboración de un proyecto de ley nacional que establezca la obligatoriedad de este seguro agropecuario, con la esperanza de brindar mayor protección y estabilidad al sector vitivinícola en el futuro