La viabilidad de las estaciones de esquí aragonesas no está garantizada, así lo considera un estudio “Resiliencia de territorios de montaña” de Ecodes que plantea las medidas de adaptación al cambio climático que tienen que realizarse en los centros invernales. En 2050, según las previsiones más realistas, los centros invernales aragoneses no podrían desarrollar su actividad ni siquiera haciendo uso de la nieve artificial.

En los Pirineos la altura mínima para nieve confiable se espera que aumente entre 400 y 600 metros en las próximas décadas. Además, los eventos extremos como olas de calor invernales y lluvias en lugar de nevadas son cada vez más frecuentes, afectando la calidad de la nieve y la duración de las temporadas de esquí. Estas condiciones también limitan la efectividad de la innivación artificial, que requiere temperaturas consistentemente bajas y recursos hídricos significativos.

Las estaciones de esquí se clasifican en función de su viabilidad teniendo en cuenta las altitudes medias de los centros invernales y la fiabilidad de la nieve, tanto natural como artificial. Esta categorización establece que las que se encuentran en la 1, 2 y 3 tienen condiciones fiables con nieve natural; la 4 y la 5 requieren para la fiabilidad de las mismas la producción de nieve artificial; y la 6 y la 7 suponen que, incluso con producción de nieve artificial, las estaciones de esqui no son fiables frente a la escasez de nieve natural en las zonas más bajas de la estación, según recoge este informe de Ecodes que ha avanzado el Periódico de Aragón.

En el escenario actual, Astún, Formigal y Panticosa se encuentran en la categoría 5, Candanchú en la 6 y Cerler en la 3. Según las previsiones, todas estas estaciones, en el periodo contemplado entre 2030-2050, pasarían a nivel 7, excepto Cerler que sería 6. Es decir, en 2050 las estaciones de esquí aragonesas no serán viables ni utilizando nieve artificial. “Aplicando las previsiones a las estaciones de esquí ubicadas en la provincia de Huesca se concluye que, de cumplirse las tendencias, los escenarios identificados van a requerir una adaptación más amplia que la innivación artificial para el mantenimiento de las actividades”.

Sin embargo, este informe recoge también la vulnerabilidad socioeconómica de las estaciones de esquí: “En muchas regiones, estas instalaciones representan motores clave del desarrollo económico y la cohesión social. Generan empleo y apoyan actividades económicas relacionadas, pero también intensifican la especialización económica en el turismo de nieve, lo que puede aumentar la vulnerabilidad de las comunidades locales frente a la crisis climática”.

Inversión millonaria en cañones de nieve

A pesar de estos datos, el Gobierno de Aragón anunció a finales de 2024 la inversión de 78 millones de euros de fondos públicos en cuatro años, hasta 2027, para ampliar la red de cañones de nieve en las estaciones de esquí, tanto en las del Pirineo oscense como en las de Teruel. En la orden se reconocía “la dependencia de ese sector de la meteorología y de las precipitaciones, además de generar un alto grado de incertidumbre cada temporada, condiciona enormemente el resultado de la actividad económica. A este respecto, no es tanto la ausencia de precipitaciones en forma de nieve (que de una manera regular se vienen produciendo todos los años, con muy escasas excepciones) sino la imposibilidad de controlar cuándo tienen lugar esas precipitaciones, lo que genera la mayor incertidumbre en el sector”.

Sn embargo, el informe de Ecodes recoge varias fuentes que consideran este tipo de inversiones en innivación artificial una “maladaptación”. Se entiende por acciones de maladaptación las que pueden provocar incrementos del riesgo de efectos negativos relacionados con el clima, incremento de la vulnerabilidad o pérdida del bienestar, ahora o en el futuro. Algunos ejemplos serían las medidas que incrementen la exposición a riesgos climáticos (por ejemplo, promoción de desarrollo económico en localizaciones de alto riesgo), las que incrementan riesgos climáticos (por ejemplo, mayores emisiones de gases de efecto invernadero), las que incrementan vulnerabilidad ambiental, social o económica (por ejemplo, el desplazamiento del riesgo de inundación aguas abajo) o las que reducen los incentivos para la adaptación.

El Reglamento (UE) 2020/852, sobre el establecimiento de un marco para facilitar las inversiones sostenibles, establece seis objetivos de referencia a los que las actividades económicas no deberán causar ningún perjuicio significativo, para ser consideradas sostenibles. Uno de estos objetivos es la adaptación al cambio climático. El artículo 17 del Reglamento, sobre el establecimiento de un marco para facilitar las inversiones sostenibles, establece que una actividad económica causa un perjuicio significativo a la adaptación al cambio climático, “cuando la actividad provoque un aumento de los efectos adversos de las condiciones climáticas actuales y de las previstas en el futuro, sobre sí misma o en las personas, la naturaleza o los activos”.

En la misma línea, instituciones como el Tribunal de Cuentas Europeo reconoce la necesidad de abordar de manera rápida la adaptación de las estaciones de esquí, concluyendo que invertir en cañones de nieve artificial en lugar de centrarse en el turismo durante todo el año es un modelo de maladaptación porque “los cañones de nieve aumentan la presión sobre el uso del agua y solo ofrecen una solución a corto plazo para abordar el cambio climático”. El Tribunal de Cuentas francés también concluyó en un informe de 2024 que la generación de nieve artificial puede dar lugar a una adaptación inadecuada, pues aumenta la presión sobre el uso del agua y apenas ofrece una solución a corto plazo para abordar el cambio climático.

Soluciones planteadas

Ante las evidencias científicas sobre los impactos presentes y futuros del cambio climático en las zonas de montaña, este informe considera que las medidas de adaptación al cambio climático “deben ser estratégicas y holísticas”. Es necesario un enfoque a largo plazo que contemple los impactos ambientales, sociales y económicos, y “no medidas cortoplacistas que pueden quedar obsoletas debido a los cambios generados por el aumento de las temperaturas. Además, se debe fomentar la colaboración entre comunidades locales, administraciones y actores privados para asegurar la implementación de medidas efectivas y sostenibles”.

La primera opción es la que ya se está realizando, la producción de nieve artificial y la optimización de su fabricación. Una medida ampliamente utilizada pero que requiere ser gestionada con criterios de sostenibilidad. Su eficacia depende de la disponibilidad de agua, energía y condiciones climáticas adecuadas, como temperaturas suficientemente bajas para la producción de nieve. “Este enfoque también es limitado por el aumento de las temperaturas, que puede hacer inviable la producción de nieve incluso con tecnologías avanzadas. Además, la sostenibilidad a largo plazo de esta estrategia es cuestionable debido a las proyecciones de calentamiento global continuado, que señalan un aumento de entre 400 y 600 metros en las altitudes necesarias para garantizar condiciones fiables de nieve”.

La diversificación de actividades turísticas también ha sido señalada como una medida fundamental, ha demostrado ser una solución viable para garantizar la sostenibilidad de las estaciones durante todo el año: “Actividades como senderismo, ciclismo, spa y espectáculos culturales no solo generan ingresos adicionales, sino que también atraen a un público más amplio. Según ATUDEM, la asociación estaciones de esquí y montaña de España, el 70% de las estaciones de esquí españolas están abiertas en verano, destacando la importancia de esta estrategia para su supervivencia económica”.

También contemplan un replanteamiento del modelo económico local en la zona en la que se asienta una estación de esquí, “implementando actuaciones para diversificar y fortalecer las economías, reduciendo su dependencia del turismo de nieve frente al impacto del cambio climático”. Este enfoque garantiza “la sostenibilidad económica, social y ambiental de las comunidades de montaña transformando los territorios de montaña en destinos sostenibles y versátiles, garantizando su viabilidad a largo plazo. Al diversificar la economía, fomentar la participación local y priorizar la sostenibilidad, las comunidades de montaña pueden adaptarse con éxito al cambio climático mientras protegen su entorno y mejoran su calidad de vida”.

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