Durante una reciente visita de campaña a Tarija, un aspirante a la presidencia, en representación de la alianza Libre, delineó su visión para revitalizar el sector hidrocarburífero del país, que, según su análisis, ha experimentado un declive significativo en las últimas dos décadas. El candidato enfatizó la necesidad imperativa de una resurrección de esta industria vital.
El postulante señaló que, a lo largo de los últimos veinte años, Bolivia dependió en gran medida de los recursos gasíferos extraídos de Tarija. Sin embargo, argumentó que los ingresos generados fueron mal administrados y despilfarrados por la administración anterior, lo que resultó en una drástica reducción del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH). Esta situación, afirmó, ha llevado a la insolvencia a numerosas universidades estatales, gobernaciones y municipalidades.
Las consecuencias de este declive, advirtió el candidato, son graves y multifacéticas. Proyectó un escenario de escasez energética, donde una parte considerable de la iluminación doméstica, actualmente alimentada por gas, podría verse comprometida, obligando a la población a recurrir a métodos alternativos como las velas. Asimismo, alertó sobre la posible interrupción del suministro de Gas Licuado de Petróleo (GLP) y gas a domicilio, lo que implicaría un retorno a la cocción con leña. La falta de Gas Natural Vehicular (GNV) también fue mencionada, en un contexto donde ya se observa una escasez de diésel y gasolina, y se anticipa una posible afectación al combustible de aviación (Jet Fuel), con el consiguiente impacto en el transporte aéreo.
Para revertir esta situación, el candidato propuso la implementación de una ley de hidrocarburos agresiva que posicione a Bolivia como un centro energético regional. Recordó que en el pasado, el país logró establecer mercados en Argentina y Brasil, construyó gasoductos y expandió sus reservas de gas. Lamentó que la falta de exploración y la disminución de la producción durante la administración saliente hayan transformado a un país históricamente gasífero en uno que ahora sufre las consecuencias del alza de los precios internacionales del petróleo. Actualmente, la balanza comercial energética es negativa, lo que significa que Bolivia importa más energía de la que exporta, convirtiendo el aumento de los precios globales en un perjuicio en lugar de un beneficio.
Más allá del ámbito energético, el candidato también expuso planes para el desarrollo de Tarija, proponiendo transformarla en un destino turístico destacado y la capital regional vitivinícola. Subrayó que esto requeriría la búsqueda de nuevos mercados, la atracción de inversiones y la creación de un entorno de estabilidad y seguridad, en contraste con las actuales dificultades para acceder a combustibles.
Finalmente, el aspirante presidencial defendió la coherencia y solidez de su plataforma política, contrastándola con la de sus oponentes. Criticó la falta de una propuesta económica unificada y consistente por parte de otras facciones, señalando contradicciones internas respecto a temas como la eliminación de subsidios. Argumentó que, ante la ausencia de soluciones económicas concretas para la crisis boliviana, algunos recurren a la polarización y la confrontación. Concluyó su intervención asegurando que su eventual gobierno estaría enfocado en una transformación, salvación y cambio radical para el país