La volatilidad en los mercados internacionales, exacerbada por tensiones geopolíticas en Medio Oriente, proyecta un panorama desafiante para la economía boliviana, con repercusiones directas en el acceso a insumos agrícolas esenciales. Un especialista en finanzas advirtió sobre la posibilidad de que el país experimente un retroceso en su capacidad para garantizar la seguridad alimentaria, un escenario directamente ligado al encarecimiento de los fertilizantes, de los cuales una abrumadora mayoría es importada.
La escalada de conflictos en regiones productoras de petróleo podría desencadenar un aumento significativo en el precio del crudo a nivel global. Estimaciones sugieren que el valor del barril de referencia podría superar umbrales previamente considerados, impulsando así la inflación en diversas economías. Este encarecimiento se traduciría en un incremento generalizado de los costos en sectores clave como el transporte y la producción industrial, repercutiendo inevitablemente en el bolsillo de los consumidores.
En el contexto nacional, esta situación plantea varias vulnerabilidades. El sostenimiento de los subsidios a los combustibles, ya una carga considerable para las finanzas públicas, se volvería aún más insostenible, ampliando el déficit fiscal. Asimismo, la necesidad de importar diésel, componente fundamental para el abastecimiento energético del país, demandaría una mayor cantidad de divisas, ejerciendo presión sobre las reservas internacionales. La inflación, que actualmente se mantiene en niveles moderados, podría verse afectada por un incremento en el costo de bienes de primera necesidad, incluyendo alimentos, lo que impactaría negativamente en el poder adquisitivo de la población.
De agravarse la situación de conflicto, se prevén escenarios aún más críticos. Algunas de las principales economías mundiales podrían enfrentar recesiones técnicas debido al impacto de los elevados costos energéticos. En América Latina, la inversión extranjera directa, que ya ha mostrado una tendencia a la baja, podría experimentar una contracción aún mayor.
Ante este panorama, surge la necesidad imperante de replantear la dependencia de los combustibles fósiles y acelerar las transiciones hacia fuentes de energía más sostenibles. La comunidad global, advierte el experto, no puede ser ajena a las consecuencias de sus patrones de consumo energético si no se abordan las causas subyacentes de esta fragilidad