Las relaciones diplomáticas entre México y Canadá atraviesan un período de tensión, especialmente a medida que se acerca el segundo mandato del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Recientemente, Trump amenazó con imponer aranceles del 25% a ambos países a partir de enero, a menos que se refuercen las medidas fronterizas con Estados Unidos.

Ante esta situación, funcionarios canadienses se han apresurado a diferenciar los problemas fronterizos de su país de los de México. Doug Ford, premier de Ontario, expresó su descontento al comparar la situación de Canadá con la de México, calificando dicha comparación como insultante. Desde la perspectiva canadiense, se argumenta que el contrabando de drogas y los cruces ilegales son más significativos en la frontera mexicana, lo que lleva a Canadá a ver a México como una puerta trasera para la inversión china en América del Norte.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha respondido a estos comentarios subrayando la necesidad de respeto hacia su país por parte de sus socios comerciales. En una reciente declaración, Sheinbaum enfatizó que México también enfrenta desafíos, como el problema del fentanilo, y expresó su deseo de que Canadá valore la riqueza cultural de México.

La embajadora canadiense en Estados Unidos, Kirsten Hillman, mencionó que Trudeau había señalado a Trump que la frontera canadiense es muy diferente de la frontera mexicana, lo que ha intensificado las tensiones. En este contexto, Sheinbaum ha dejado claro que no se dejará provocar y que defenderá la dignidad de México.

Los lazos comerciales entre México y China son objeto de escrutinio, ya que funcionarios canadienses intentan consolidar un frente unido contra las prácticas comerciales chinas. En octubre, Canadá impuso un arancel del 100% a los vehículos eléctricos procedentes de China, una medida que se alinea con acciones similares tomadas por Estados Unidos y la Unión Europea. En contraste, México aún no ha implementado aranceles de esa magnitud.

A pesar de los desafíos, los tres países están vinculados por el T-MEC, un acuerdo comercial que se renegoció durante el primer mandato de Trump y que se revisará nuevamente en 2026. Sin embargo, la creciente tensión con China ha llevado a algunos líderes provinciales canadienses a abogar por acuerdos comerciales bilaterales, sugiriendo que Canadá, Estados Unidos y México deberían considerar relaciones más directas.

Trudeau ha manifestado que, aunque Canadá valora su relación con México, podría ser necesario evaluar otras opciones si no se producen cambios en las relaciones comerciales de México con China. Expertos sugieren que las declaraciones de Ford reflejan la dependencia de Ontario de su comercio con Estados Unidos, dado que la provincia alberga una gran parte de la industria automotriz canadiense.

Desde el punto de vista académico, se observa que los comentarios de Ford y la falta de respuesta clara de Trudeau han sido mal recibidos en México, donde se ha disfrutado de una relación estable durante décadas. La presidenta Sheinbaum, en su papel como la primera mujer en ocupar la presidencia, ha dejado claro que defenderá los intereses de México y de los mexicanos en el extranjero, evitando al mismo tiempo caer en provocaciones.

Aunque ambos países han reportado cruces ilegales y problemas relacionados con drogas, las cifras en la frontera canadiense son significativamente menores en comparación con las de la frontera mexicana. Las autoridades estadounidenses han incautado cantidades mucho mayores de fentanilo en la frontera sur, lo que resalta las diferencias en las dinámicas fronterizas.

México, Canadá y China son actores clave en el comercio que sostiene la economía estadounidense, y un cambio en las relaciones entre estos países podría tener repercusiones significativas en el mercado. Mientras tanto, Sheinbaum ha reafirmado su compromiso de construir puentes en lugar de muros, buscando una cooperación más respetuosa y equitativa entre los países de América del Norte