La fase de grupos del Mundial sub-20, disputada en Chile, ha llegado a su fin, delineando las dieciséis selecciones que avanzan a los octavos de final. Tras nueve días de intensa competición, el torneo ha presentado un mosaico de actuaciones, desde equipos que superaron las expectativas hasta figuras que no lograron brillar, junto con decisiones arbitrales y criterios de clasificación que generaron debate.

Entre las naciones que dejaron una huella imborrable, Japón se erigió como un modelo de eficacia y consistencia. El conjunto asiático, invicto en sus tres encuentros, fue el primero en asegurar su pase en el Grupo A, eclipsando incluso al anfitrión Chile con un estilo de juego veloz y ofensivo, complementado por una defensa impenetrable. Aunque los lanzamientos penales les brindaron una ventaja inicial en sus dos primeros partidos, los nipones demostraron una solidez inquebrantable para controlar el ritmo del juego. Su camino incluyó un triunfo por 2-0 sobre Egipto, una victoria clave frente a los chilenos, y una contundente goleada de 3-0 contra Nueva Zelanda. Nombres como el capitán Rion Ichihara, Hisatsugu Ishii, Shunsuke Saito, Keita Kosugi y Kosei Ogura fueron fundamentales en esta destacada actuación. Su próximo desafío será contra Francia, el miércoles 8, en el Estadio Nacional de Santiago.

Otra historia de superación la protagonizó Cuba, considerada la revelación del certamen. A pesar de su eliminación, la selección antillana hizo historia al conseguir su primer punto en el torneo, en su segunda participación. Su empate 2-2 ante la subcampeona Italia, en el segundo partido del Grupo D, fue una verdadera sorpresa. Aunque la inexperiencia les jugó en contra en la derrota 3-1 ante Australia en el último encuentro, que les privó de avanzar, ya habían mostrado un buen nivel en su debut frente a Argentina, pese a caer por idéntico marcador. Considerados inicialmente entre los equipos más débiles, los isleños exhibieron argumentos ofensivos, marcando cuatro goles, cifra que superó ampliamente su única anotación en la edición de 2013.

En el plano individual, Gabriel Mora, la joven promesa mexicana de 16 años, confirmó las altas expectativas puestas en él, proyectándose como una futura estrella mundial. Liderando las operaciones ofensivas de un México que dejó una grata impresión al finalizar segundo en el denominado grupo de la muerte —por delante de potencias como España y Brasil—, Mora también se destacó por su olfato goleador, con cuatro tantos en igual número de partidos.

No obstante, la fase de grupos también estuvo marcada por decepciones. Más allá de la ausencia de algunas figuras juveniles clave, cuyos clubes no estaban obligados a cederlos, varios jugadores llamados a ser protagonistas tuvieron un rendimiento discreto o escasos minutos en el campo. El delantero colombiano Neyser Villarreal, figura de Millonarios y máximo artillero del Sudamericano sub-20 con ocho dianas, no logró estrenar su cuenta goleadora en Chile. El italiano Mattia Liberali, una joya del Milan, y el atacante argentino Gianluca Prestianni, del Benfica, mostraron destellos de su calidad en contadas ocasiones y con poca continuidad, aunque ambos avanzaron de fase y aún tienen la oportunidad de revertir su situación. Por otro lado, los brasileños Luighi (Palmeiras), Deivid Washington (Chelsea) y Wesley (Al-Nasser) regresaron a casa sin haber dejado una huella significativa en el escaparate mundialista.

En cuanto a los resultados colectivos, la selección de Nueva Caledonia, debutante en el torneo, sufrió la dureza de la competición. El equipo oceánico se despidió con una abultada diferencia de goles de -19, tras ser goleado 9-1 por Estados Unidos, 5-0 por Sudáfrica y 6-0 por Francia.

Finalmente, una de las situaciones más controvertidas se vivió con la aplicación del criterio de ‘juego limpio’ de la FIFA. Este reglamento decantó la clasificación de Chile por encima de Egipto en un triple empate, donde las tarjetas recibidas fueron el factor determinante al estar igualados en todos los demás renglones. La decisión generó una sensación de injusticia, especialmente para los africanos, quienes habían ganado su partido con un espectacular gol de tiro libre en los minutos finales, celebrando efusivamente su supuesta clasificación. Sin embargo, una tarjeta mostrada a un miembro de su cuerpo técnico terminó por dejarlos fuera de la contienda por los mejores terceros, transformando su alegría en desilusión.

El mayor batacazo del torneo fue la eliminación de Brasil, la actual campeona sudamericana. Con apenas un punto sumado tras un empate 2-2 con México en su debut, y dos derrotas consecutivas —1-2 frente a Marruecos y 1-0 con España—, la *Canarinha* sufrió su primera eliminación en una fase de grupos de un Mundial sub-20. Brasil había llegado a Chile con la chapa de haber conquistado su decimotercer título continental en febrero de este año, y este fracaso precipitó la destitución del entrenador Ramón Menezes. El equipo brasileño solo convirtió tres goles y encajó cinco, finalizando último en el Grupo C, con un registro idéntico al de Arabia Saudí, que también ocupó la cuarta posición en el Grupo F

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