Fernando Aramayo Carrasco asumió como nuevo ministro de Relaciones Exteriores, instalando su despacho en el emblemático edificio de la Cancillería. En una entrevista exclusiva, delineó los principales desafíos y objetivos que marcarán su gestión al frente de la diplomacia boliviana.
Al referirse a su nombramiento, Aramayo destacó el compromiso de servicio al país que implica esta responsabilidad, más allá de cualquier aspiración personal. Resaltó que la invitación presidencial se fundamentó en valores esenciales como la fe, la familia y la patria, lo que le inspira a aportar sus capacidades para fortalecer la nación.
Reconoció que el Ministerio enfrenta limitaciones significativas, especialmente en términos presupuestarios y de recursos humanos, además de una reducción en el espacio fiscal. Pese a los avances alcanzados, enfatizó la necesidad de revitalizar la meritocracia y modernizar la carrera diplomática, alineando los perfiles profesionales con las demandas actuales del siglo XXI.
En cuanto a las prioridades iniciales, mencionó la simplificación de procesos administrativos para optimizar la gestión de recursos, la reestructuración organizacional y la definición de metas claras que permitan medir el impacto de la Cancillería en áreas clave como la estabilidad económica, la gobernabilidad y la confianza institucional.
Sobre la atención a los bolivianos en el exterior, anunció la realización de un mapeo detallado para conocer con precisión el personal en funciones, la capacidad instalada y el registro de connacionales. Esta base permitirá diseñar soluciones efectivas a corto y mediano plazo, ajustadas a los recursos disponibles.
Respecto a la recuperación de la carrera diplomática, Aramayo explicó que ya sostuvo encuentros con la Academia Diplomática, solicitando paciencia para revertir años de deterioro. Indicó que se actualizarán contenidos y perfiles profesionales para responder a nuevas oportunidades, enfatizando que cada designación debe traducirse en resultados concretos como la apertura de mercados, atracción de inversiones y establecimiento de acuerdos.
En materia de política exterior, el canciller planteó un enfoque pragmático basado en principios, con el objetivo de integrar a Bolivia en el escenario global y atraer beneficios, siempre respetando la democracia, el Estado de derecho y la transparencia. Subrayó que la coherencia con estos valores es fundamental para la credibilidad internacional.
Destacó la reactivación de vínculos con países como Estados Unidos, Alemania y Japón, mencionando la donación reciente de medicamentos para pacientes con VIH desde Estados Unidos y la instalación de grupos de trabajo en áreas como cielos abiertos, visados, minería, tecnología y seguridad. Señaló que las visitas de altos funcionarios alemanes y japoneses tras más de una década reflejan la voluntad de renovar las relaciones bilaterales.
Sobre la cooperación en seguridad, indicó que el gobierno busca fortalecer todas las dimensiones de esta área, enfrentando el crimen organizado y el narcotráfico mediante colaboración con varios países vecinos y socios internacionales.
En cuanto al estilo de gestión, Aramayo afirmó que se enfocará en resultados tangibles, promoviendo la diplomacia digital y priorizando misiones específicas que concluyan con acuerdos firmes, evitando viajes innecesarios.
En los foros internacionales, Bolivia defenderá una agenda de transición energética justa, con énfasis en salvaguardas socioambientales, protección del agua y beneficios concretos para el país, además de fomentar la participación en actividades de valor agregado y tecnología.
Respecto a la relación con Chile, el ministro expresó que se adoptará una postura de respeto y paciencia ante la coyuntura electoral chilena, con la intención de restablecer el diálogo político y diplomático. Subrayó la importancia de la cooperación binacional en áreas como la minería y la gestión de recursos hídricos, especialmente en el contexto de la transición energética.
La diplomacia, según Aramayo, se traducirá en oportunidades concretas mediante la apertura de mercados, generación de empleos digitales y creación de ecosistemas favorables para la inversión. La política exterior estará alineada con la protección social, promoviendo el trabajo digno y productivo, y se trabajará de manera colaborativa entre los distintos sectores del gobierno.
Finalmente, el canciller mencionó la construcción de una alianza práctica entre Bolivia, Paraguay y Uruguay, extendida a países como Alemania, Japón, Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, aprovechando oportunidades como la eliminación de aranceles y el interés inversor para impulsar el desarrollo nacional.
Dirigiéndose a la ciudadanía, Aramayo solicitó esperanza y paciencia, enfatizando que hasta fin de año se buscará estabilizar la economía y los combustibles, consolidando avances antes de las próximas elecciones locales. Reafirmó el compromiso de gobernar con transparencia, sin ceder a chantajes ni bloqueos, y de rendir cuentas con trabajo constante y resultados efectivos.
Con una trayectoria de más de 25 años en cooperación internacional, desarrollo y gobernanza, y experiencia en organizaciones como el PNUD y la GIZ, Fernando Aramayo aspira a modernizar la diplomacia boliviana y posicionar al país en un escenario global con una visión renovada y pragmática


