La selección japonesa llega al encuentro amistoso frente a Bolivia con una estructura táctica bien definida bajo la dirección de Hajime Moriyasu. El estratega nipón mantiene su preferencia por el sistema 3-4-2-1, que combina una defensa sólida con opciones ofensivas versátiles, destacando a jugadores clave como Minamino, Doan y Kubo en el ataque.

Analizando las alineaciones utilizadas en los recientes partidos amistosos contra México, Brasil, Paraguay y Ghana, se observa una base recurrente de futbolistas que conforman el núcleo principal del equipo. En la portería, Zion Suzuki ha sido titular en tres encuentros, mientras que en la defensa central, Tsuyoshi Watanabe y Junnosuke Suzuki han participado como titulares en los cuatro partidos, demostrando una gran continuidad y confianza del cuerpo técnico.

En la zona ofensiva, Takumi Minamino, Ritsu Doan y Ayase Ueda han sido habituales en el once inicial, con Minamino y Doan presentes en los cuatro compromisos y Ueda en tres. Takefusa Kubo también ha tenido un papel destacado, siendo titular en tres encuentros y aportando creatividad desde la mediapunta o el extremo. Otros jugadores como Keito Nakamura y Kaishu Sano han complementado el medio campo, aportando equilibrio y dinamismo.

Respecto a las opciones desde el banquillo, Junya Ito y Shuto Machino se perfilan como los principales recambios ofensivos, habiendo ingresado en múltiples partidos para aportar frescura y cambio de ritmo. Daichi Kamada, Joel Chima Fujita y Yuki Soma también han tenido participación como suplentes, alternando entre la titularidad y la suplencia según las necesidades tácticas.

El planteamiento 3-4-2-1 implementado por Moriyasu busca establecer un equilibrio entre solidez defensiva y fluidez en ataque. Los tres centrales ofrecen una cobertura segura y facilitan la salida limpia desde el fondo, mientras que los carrileros proporcionan amplitud y velocidad en las bandas. Los mediapuntas, con libertad para moverse entre líneas, generan superioridad numérica y oportunidades de gol. Además, la estructura favorece una presión alta y transiciones rápidas, características que permiten al equipo japonés ser compacto y dinámico en todas las fases del juego.

En resumen, el conjunto japonés que se medirá ante Bolivia presenta una alineación establecida con jugadores experimentados y un esquema táctico claro. La combinación de disciplina defensiva y creatividad ofensiva bajo la dirección de Moriyasu representa un desafío considerable para el rival, especialmente en un escenario como Tokio donde el equipo busca consolidar su identidad futbolística

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