En la actualidad y para plácemes de todos los que propugnamos la igualdad plena de la mujer, se genera un movimiento incontenible para que las mujeres ocupen los puestos más preponderantes en la dirección del mundo: en el congreso de la Unión Europea surgen dos mujeres que dirigirán la Unión Europea: una como principal de la Comisión Europea y la otra como presidenta del Banco Europeo.
Estos nombramientos constituyen un hito sin precedentes debido a que se trata de la Unión Europea, la parte del mundo más confiable y consecuente a las necesidades de la humanidad sin aspiraciones de hegemonía, sensible al urgente tema del medio ambiente, al mejoramiento constante del desarrollo humano y al tratamiento consensuado de los refugiados legales.
Alemania, Dinamarca, Noruega y Suecia dan las pautas ostensiblemente positivas en sus respectivos gabinetes de gobierno al incorporar cada vez un número creciente de mujeres en las carteras más importantes de sus gobiernos y el resultado es que estos países avanzan sin detenerse.
La política de alto nivel está sujeta a constante e indeclinable presión, decisiones de ilimitada responsabilidad y a la constante exposición de imagen que las mujeres acometen con admirable solvencia pues son políticas sinceras y expresan la realidad los acontecimientos sin retorica ni sesgos, evitando así la confrontación, la duda y el desprestigio del gobierno donde actúan. Lo hacen se esta manera desde tiempos inmemoriales debido a que conocen las reservas de los hombres frente a ellas.
Con este avance significativo a nivel mundial las mujeres están destronando el endémico prurito que la política es solo cuestión de hombres, pues la política comienza cuando mujeres y hombres actúan en ella en equidad, accediendo a puestos de altísima responsabilidad sin atisbo de discriminación.
El índice de mujeres trabajando en la política y en puestos de alta dirección crece, pero no es suficiente todavía pues continúa la acción de algunos hombres que creen que con cuotas se satisfará a las mujeres, esa tesitura es aberrante pues las cuotas no determinan la capacidad e idoneidad ilimitada que reside en las mujeres.
Ante ello debe ejercerse resistencia frente al desconocimiento de los derechos de la mujer y ¿Cuál sería la posición correcta?, la respuesta es la posición objetiva que mantiene la mujer frente a los acontecimientos que es expresamente dinámica y en su aspiración justa obtiene cada vez más espacio (…).
Bolivia no puede ser la excepción, y lo expresado es sólido fundamento para motivar a las mujeres para para que se postulen a la presidencia de Bolivia; las hay suficientemente competentes y profesionales con experiencia, más el valor agregado del contenido de esta columna, deviene una reconfortante posibilidad cierta de cambio, que aspira intensamente el ciudadano.
Finalmente, lo que rebela a los espíritus honestos de los hombres que sienten y practican la igualdad entre todos en todo ámbito y actividad, es que hombres tengan que decidir sobre los derechos de la mujer y concedérselos ¿quién les asignó ese mandato?
SAPERE AUDE
RAÚL PINO-ICHAZO T.
Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación; Filosofía y Política
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FUENTE: www.opinion.com.bo/