La variación de precios al consumidor experimentó en septiembre su nivel más reducido del año, situándose en un 0.2% mensual. Este dato consolida una trayectoria descendente observada durante el último trimestre, marcando un hito como la cifra de inflación más baja registrada en lo que va del año.

Este comportamiento contrasta notablemente con el escenario de mediados de año, cuando la inflación había alcanzado su pico. En junio, el índice mensual se disparó hasta un 5.21%, un incremento significativo que generó preocupación. Sin embargo, los meses subsiguientes mostraron una moderación, con registros del 1% tanto en julio como en agosto.

El repunte inflacionario observado a mediados de año se atribuyó a desafíos en la cadena de suministro, exacerbados por interrupciones en la logística y la volatilidad del tipo de cambio. Factores como bloqueos y fluctuaciones en el valor del dólar fueron señalados como elementos clave que impulsaron los precios al alza en aquel periodo.

Ante la persistencia de la actual dinámica de desaceleración, se anticipa la posibilidad de que la inflación descienda a valores negativos en los próximos meses. Esta proyección se fundamenta en la estabilización del tipo de cambio, lo que debería traducirse en una reducción de los precios de productos importados esenciales, como medicamentos y artículos de higiene personal, aliviando la presión sobre el costo de vida.

En términos generales, hasta septiembre, la inflación anual acumulada alcanzó un 18.33%. Esta cifra representa más del doble de la proyección gubernamental establecida en el presupuesto para 2025, que estimaba un 7.5%. La brecha subraya la magnitud de los desafíos económicos enfrentados y la dificultad de prever con exactitud la evolución de los precios.

Dentro del conjunto de bienes y servicios analizados, la carne bovina emergió como el producto que mayor presión inflacionaria ejerció. No obstante, se ha observado que su incremento de precio carece de una justificación técnica sólida, sugiriendo que su costo podría estar artificialmente elevado en el mercado.

Particularmente, el incremento sostenido en el costo de la carne bovina ha generado interrogantes. Si bien previamente los productores justificaban las alzas por la fluctuación del tipo de cambio, la continuidad de estos incrementos, incluso tras la estabilización de dicho factor, sugiere una disonancia en la lógica del mercado y plantea interrogantes sobre la formación de precios

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