La selección española inició su camino hacia la Copa del Mundo de 2026 con una contundente demostración de fuerza en su visita a Bulgaria. El encuentro, que se perfilaba como el primer paso en la fase de clasificación, quedó prácticamente resuelto antes del descanso, con una exhibición de superioridad que se tradujo en tres anotaciones de Oyarzabal, Cucurella y Mikel Merino. La orquestación ofensiva, a menudo impulsada por la efervescencia de Lamine Yamal, y la reaparición de figuras experimentadas como Dani Carvajal y Rodri, completaron una jornada inaugural impecable.
Desde el pitido inicial en Sofía, el equipo español exhibió la autoridad esperada de un aspirante al título mundial. Lejos de cualquier atisbo de relajación, la escuadra mostró un poderío notable, a pesar de ser el primer compromiso oficial de la temporada, con los jugadores aún en proceso de alcanzar su óptimo estado físico. La brecha futbolística entre ambas naciones se hizo patente rápidamente, eclipsando incluso el fervor de un Estadio Vasil Levski abarrotado, que no logró insuflar a los búlgaros el espíritu de sus épocas doradas, ahora distantes.
El presente de Bulgaria contrasta marcadamente con el de una España que se acerca cada vez más a consolidar una de sus generaciones más prometedoras, ya campeona de Europa y con la mira puesta en el certamen global. La sentencia del partido llegó en apenas cinco minutos, cuando una precisa habilitación entre líneas encontró el desmarque de Oyarzabal, quien definió con maestría. El delantero, curiosamente, parece encontrar en la selección una regularidad goleadora que a veces le elude en su club, beneficiándose de la visión de juego de compañeros como Zubimendi, quien le asistió en dos ocasiones con pases de alta calidad.
Oyarzabal materializó la primera oportunidad con un control orientado de zurda y una definición certera frente al guardameta, aunque perdonó el segundo intento poco después. Mientras tanto, por el flanco derecho, Lamine Yamal desquiciaba a su marcador con constantes encaradas y regates. A pesar de la abismal diferencia de nivel, el combinado búlgaro mostró valentía, optando por no replegarse y buscando defenderse con ahínco, aunque a menudo se veía desbordado por el ritmo impuesto por el mediocampo español, especialmente con Pedri operando cerca del pivote. Mikel Merino, con gran libertad, se sumaba tanto a la presión alta como a la recuperación en el centro del campo, permitiendo a España robar balones en campo contrario y asfixiar a su rival.
La única ocasión de peligro para los locales surgió del ímpetu de Kirilov, cuyo disparo, tras encarar a Pedro Porro, fue desviado y se estrelló en el poste, provocando un breve estallido de esperanza en el Vasil Levski. Sin embargo, España no tardó en restablecer el orden. Tras una oportunidad fallida de Lamine Yamal en un mano a mano, fue Cucurella quien, en el minuto 30, firmó un golazo con un potente zurdazo a la escuadra, tras una jugada de Lamine Yamal y un posterior rechace. Este tanto selló prácticamente el destino del encuentro, y la contundencia del mensaje español se reforzó siete minutos después, cuando Mikel Merino aprovechó su poderío en el juego aéreo para cabecear a la red un saque de esquina ejecutado por Lamine Yamal.
Con una clara inclinación ofensiva por el costado derecho, impulsada por la omnipresencia de Lamine Yamal, España mantuvo el pie en el acelerador. La superioridad era manifiesta, y los jugadores disfrutaban del control del balón. Este escenario fue propicio para el regreso en la segunda mitad de dos pilares como Carvajal y Rodri, quienes volvían a vestir la camiseta nacional tras casi un año de ausencia. Ambos referentes, clave en el último Mundial, inician ahora el camino para recuperar el nivel que los ha consagrado entre los mejores del mundo en sus respectivas posiciones.
Antes de sus ingresos, Lamine Yamal tuvo otra oportunidad de anotar, pero el portero Vutsov se impuso. Poco después, Mikel Merino hizo temblar la portería con un potente zurdazo desde la frontal. A pesar de la desventaja de tres goles, la afición búlgara, que recibía a la campeona de Europa, convirtió la tarde en una fiesta, haciendo la ola y permaneciendo en el estadio hasta el final, orgullosa de ver a su selección competir contra una potencia. Mientras tanto, España, aunque rebajó su eficacia en los metros finales, seguía dominando.
El seleccionador introdujo savia nueva con el debutante Jesús Rodríguez en unos minutos donde Rodri, aún en proceso de adaptación, mostró que le falta para alcanzar su habitual dominio en el centro del campo, una demarcación donde la autoridad de Zubimendi marcó una clara diferencia en este encuentro