Montero volvió a ser escenario de incidentes violentos que empañaron el desarrollo de un encuentro futbolístico, cuando grupos de barras protagonizaron enfrentamientos en las inmediaciones del estadio Gilberto Parada. El uso de petardos y objetos contundentes generó alarma entre los transeúntes y residentes de la zona.
Las autoridades policiales reportaron que al menos 15 personas resultaron heridas durante los disturbios ocurridos el domingo 5 de octubre, siendo trasladadas a diferentes centros médicos. Además, se registraron ataques contra vehículos estacionados, que fueron apedreados y saqueados. Este tipo de violencia no es inédita en la ciudad; en lo que va del año se han documentado episodios graves, como el ataque con arma de fuego a un policía, así como la presencia de hinchas armados con pistolas y machetes. También se reportó un disparo contra el bus del Club Blooming cuando abandonaba Montero.
Un análisis elaborado por antiguos dirigentes del fútbol nacional señala que las barras forman parte de un negocio dentro de la industria futbolística, y que no existe una voluntad real por parte de los organizadores para erradicar este problema, a pesar de la violencia recurrente. Algunos directivos prefieren evitar confrontaciones con estos grupos para no perder su apoyo en momentos clave.
En Oriente Petrolero, la presidenta en funciones, Guisela Aguilar, reconoció las dificultades que enfrenta el fútbol boliviano con respecto a las barras. Sin embargo, destacó que su club ha iniciado un proceso de sensibilización con los líderes de estas agrupaciones, basado en las normas vigentes, una iniciativa impulsada por el fallecido Juan Montaño. Aguilar también resaltó la propuesta presentada por la barra de Oriente, que plantea organizarse internamente para gestionar su propia seguridad, mostrando una disposición a mejorar la convivencia en el ámbito deportivo.
El periodista y exlíder del Círculo de Periodistas Deportivos de Santa Cruz, Fernando Silva, manifestó que la pasión y el sentimiento son elementos esenciales del fútbol, pero cuando no se equilibran, pueden desencadenar violencia. Aseguró que los incidentes en Montero eran previsibles y podrían haberse evitado con la aplicación de protocolos de seguridad adecuados para partidos de alto riesgo. Criticó la falta de participación activa de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) y la insuficiente capacitación policial para manejar situaciones deportivas. Además, señaló que la política de permitir el ingreso gratuito a ciertos sectores de la hinchada, financiada por algunos clubes, contribuye a generar un ambiente poco controlado.
Por su parte, el presidente del Concejo Municipal de Montero, Fernando Rojas, expresó su preocupación por la conducta vandálica de las barras, atribuyéndola al consumo de alcohol y drogas, así como a la rivalidad territorial entre grupos. Propuso dos medidas principales: primero, concienciar a estas agrupaciones sobre el impacto negativo de sus acciones, y si esto no resulta efectivo, que la FBF sancione con la pérdida de puntos. En segundo lugar, recomendó mejorar la asignación de efectivos policiales en función de la población local. Además, sugirió que la FBF establezca una comisión dedicada al control y educación de las barras, y en caso de persistir la violencia, limitar la asistencia a los partidos solo a hinchas del equipo anfitrión.
El club Guabirá emitió un comunicado condenando enérgicamente los episodios violentos tras el partido frente a Blooming, aclarando que la responsabilidad de la organización y seguridad recaía en el equipo local, es decir, Blooming. Édgar Menacho, dirigente de Guabirá, enfatizó que su institución no sostiene ni financia a las barras, a diferencia de otros clubes del país.
Desde una perspectiva sociológica, Fátima Escobar analizó el fenómeno de las barras como una expresión de la necesidad de identificación colectiva mediante símbolos, códigos y territorialidad. Señaló que el fanatismo intensifica el rechazo y la hostilidad hacia grupos rivales, generando un ambiente propenso a la violencia. Reconoció la complejidad del problema y la dificultad de implementar soluciones efectivas, aunque destacó la importancia del análisis y la reflexión para construir alternativas que respondan a las necesidades de la juventud.
El coronel retirado Juan Carlos Ramos, especialista en manejo de conflictos, sostuvo que la planificación policial para partidos de la División Profesional debe realizarse con al menos 72 horas de anticipación, considerando factores como el estadio, su capacidad y el historial de los equipos involucrados. Subrayó la necesidad de involucrar a unidades especializadas como la Felcn, la Felcc, Interpol, así como a la Fiscalía Departamental, la Defensoría de la Niñez y la Guardia Municipal para garantizar un operativo integral. Ramos indicó que, aunque los desmanes son impredecibles, es fundamental contar con un número adecuado de efectivos para neutralizar cualquier incidente, y reconoció que situaciones extremas como explosiones o incendios exceden el control humano convencional.
Finalmente, el abogado deportivo Johan Zambrana atribuyó la responsabilidad de los hechos violentos en Montero a una combinación entre ambos clubes y la negligencia de la Dirección de Competiciones de la Federación Boliviana de Fútbol. Señaló que esta entidad no fue prudente al autorizar el estadio de Real Santa Cruz para partidos locales de Blooming, pese a antecedentes previos de incidentes en Montero, lo que habría contribuido a evitar los conflictos recientes si se hubiera tomado otra decisión