Análisis de la situación actual del consumo de gas natural en Bolivia y las medidas necesarias para garantizar un suministro energético sostenible.
El modelo energético boliviano enfrenta una crisis sin precedentes debido al aumento del consumo interno de gas natural, superando por primera vez las exportaciones. Expertos señalan la urgencia de tomar medidas para asegurar la sostenibilidad a largo plazo.
El modelo energético boliviano se encuentra ante una situación crítica debido a que el consumo interno de gas natural ha superado las exportaciones por primera vez en décadas. Según el experto en gas, energía e hidrocarburos, Fernando Rodríguez Calvo, esta presión sin precedentes se debe a varios factores, incluida la disminución de la generación hidroeléctrica durante el invierno y la dependencia cada vez mayor de las termoeléctricas que operan con gas natural.
Actualmente, Bolivia genera alrededor de 1.592 megavatios en horas pico, siendo un 66% de esta energía provista por las termoeléctricas, mientras que la generación hidroeléctrica aporta solo el 28%. Fuentes renovables como la solar y eólica representan menos del 4% de la generación total de energía en el país.
El problema central radica en que el 65% del gas consumido en Bolivia se destina a la generación eléctrica, lo que supone un uso diario de 8 millones de metros cúbicos solo para este fin, dentro de un consumo total interno de 12,72 millones de metros cúbicos por día. En contraste, las exportaciones de gas al Brasil, único cliente externo, ascienden a 11,54 millones de metros cúbicos diarios.
A pesar de contar con una capacidad instalada significativa para la generación de energía, gran parte de esta capacidad permanece subutilizada debido a la falta de gas disponible. La incertidumbre sobre nuevas reservas de gas y el crecimiento continuo del consumo interno plantean un futuro incierto para el país en términos energéticos.
A pesar de estos desafíos, se han iniciado inversiones en exploración de gas en distintas regiones del país, como en Chuquisaca, con una inversión de 90 millones de dólares en el pozo Yapucaiti. Sin embargo, el desequilibrio de precios entre el mercado interno y las exportaciones plantea un obstáculo adicional para la sostenibilidad del modelo energético boliviano.
En resumen, Bolivia se enfrenta a un desafío estructural que requiere medidas urgentes para garantizar un suministro energético sostenible y viable a largo plazo.
Bolivia se encuentra en una encrucijada energética que requiere decisiones rápidas y efectivas para garantizar un suministro estable y sostenible en el futuro.
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