El debate presidencial, organizado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en Santa Cruz, ha comenzado a generar diversas reacciones en el panorama político. Mientras las bases de los partidos celebran a sus respectivos candidatos, declarándolos vencedores, otros contendientes se han visto envueltos en críticas y comentarios mordaces.
Un análisis político sugiere que ciertos participantes, como Eduardo del Castillo del Movimiento Al Socialismo (MAS) y Andrónico Rodríguez de Unidad Popular, proyectaron una imagen de soberbia, enfatizando su juventud como una cualidad, a pesar de que sus ideologías se arraigan en corrientes clásicas. Se observó que Rodríguez, en particular, mostró limitaciones en su capacidad de debate, recurriendo a frases preestablecidas sobre el pasado sin reconocer que las últimas dos décadas también forman parte de esa historia.
En cuanto a la intervención de Samuel Doria Medina, representante de Alianza Unidad, se percibió que su desempeño se vio afectado, ya que gran parte de su tiempo fue destinado a responder a ataques personales, incluyendo epítetos despectivos, lo que le impidió desarrollar sus propuestas con mayor profundidad. Por otro lado, Jorge Tuto Quiroga, candidato por Libre, fue considerado el más solvente, aunque se encontró en medio de un fuego cruzado, intentando adoptar una postura conciliadora en conflictos ajenos. La discusión, en general, se desvió de las plataformas programáticas para centrarse en ataques, insultos y bromas entre los aspirantes, un patrón que se replicó en las redes sociales a través de memes. Existe la expectativa de que el próximo debate se concentre en soluciones concretas para el país, en lugar de alimentar la creación de contenido humorístico.
Desde la perspectiva de Rolando Pacheco, candidato a diputado plurinominal por Alianza Popular, Andrónico Rodríguez demostró competencia, profesionalismo y habilidad para el diálogo durante el encuentro. Pacheco incluso instó a Del Castillo a ceder el paso y respaldar a Rodríguez, pronosticando su victoria electoral. Afirmó que Rodríguez fue el ganador del debate para Santa Cruz y Bolivia, destacando además que fue el más blanco de ataques.
Sin embargo, una visión contrastante proviene de la analista e historiadora Sayuri Loza, quien describió a Rodríguez como un joven viejo, con ideas anticuadas e incapaz de mostrar independencia. Loza argumentó que la presencia de figuras como Mariana Prado y Susana Bejarano, candidatas a la vicepresidencia por Unidad Popular, contradice el mensaje de juventud y renovación que Rodríguez intenta proyectar, dado que ambas han estado vinculadas al aparato estatal por casi dos décadas, un factor que genera descontento y rechazo entre los votantes.
A pesar de sus casi veinte años de trayectoria en la función pública, Rodrigo Paz, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), sorprendió en el debate, según el analista económico Gonzalo Chávez. Paz fue descrito como el más enfático, exhibiendo carisma natural y solvencia en una amplia gama de temas. Su estilo sereno, equilibrado y sin estridencias, le permitió construir una presencia sólida, avanzando discretamente pero con firmeza. Se infiere que pasó de una posición rezagada a disputar los primeros puestos. No recurrió a gritos ni promesas milagrosas, pero logró conectar con la audiencia. En un escenario político saturado de exageraciones, la simple apariencia de sensatez puede resultar lo más innovador.
El mismo analista calificó a otros contendientes, como Pavel Aracena de ADN, Jhonny Fernández de UCS, e incluso a Del Castillo, como teloneros, debido a su limitado apoyo en las encuestas y su participación marginal en el debate. Los describió como figuras repetidas en el álbum de las ligas menores, que llegaron al evento como extras de su propia película: sin libreto, sin clímax y con un guion que nadie quiso leer.
Respecto a Manfred Reyes Villa, candidato presidencial por Súmate, se señaló que su participación careció de novedad. Se observó que el candidato, conocido popularmente en Cochabamba, llegó al debate con un discurso predecible: seguridad, encarcelamiento del expresidente y nostalgia por su región. Sus propuestas fueron consideradas superficiales, y su promesa central de llevar a prisión al exmandatario se percibió más como un acto teatral que una propuesta realista. Además, se le criticó por revivir la promesa de una preventa de litio por diez mil millones de dólares, una cifra inexistente, sugiriendo que la economía nacional podría financiarse con castillos de arena y discursos vintage. Se concluyó que Reyes Villa no presentó nuevas ideas, sino que reestrenó las ya conocidas.
Finalmente, al concluir el debate, Eduardo del Castillo afirmó que Quiroga y Paz habían adelantado una alianza. El candidato del MAS mencionó haber observado un acercamiento entre sus rivales durante el evento, señalando, por ejemplo, que Reyes Villa y Tuto Quiroga conversaban y compartían gestos de amistad