Una creciente preocupación ha emergido en diversas localidades debido al ingreso no regulado de carne desde el país vecino, la cual es transportada a menudo en mochilas y recipientes sin cumplir con ningún estándar de control sanitario. Esta situación plantea serios interrogantes sobre la salud pública y la eficacia de los controles fronterizos.

Residentes han compartido observaciones detalladas de esta práctica. Se ha reportado la presencia de individuos transportando carne en contenedores, incluso durante periodos de altas temperaturas, y más recientemente, en mochilas voluminosas. Inicialmente, el peso inusual de estas cargas llevó a algunos a sospechar de actividades ilícitas distintas, pero se ha confirmado que se trata de productos cárnicos.

El motor principal detrás de este comercio informal radica en la marcada diferencia de precios. Mientras que un kilogramo de carne molida de corte blando puede costar alrededor de 20.000 pesos en el mercado local, el mismo producto se adquiere por aproximadamente 6.000 pesos al otro lado de la frontera. De manera similar, el chorizo se consigue por unos 2.000 pesos el kilogramo en el país vecino. Esta disparidad económica impulsa a muchas personas a adquirir grandes cantidades para su posterior comercialización en barrios locales.

Se ha documentado que individuos cruzan la frontera con varias mochilas cargadas de carne, desembarcando luego en zonas específicas como Caballito y Colonia Santa Rosa. Esto refuerza la hipótesis de que el producto es revendido en carnicerías o comercios barriales que operan sin la debida supervisión sanitaria.

La ausencia de refrigeración adecuada y de certificaciones sanitarias para estos productos cárnicos representa un riesgo considerable para la salud. Existe un peligro latente de contagio de enfermedades zoonóticas, como la brucelosis o la triquinosis. Profesionales del sector sanitario alertan que la carne transportada sin las condiciones de frío necesarias y sin inspección puede contaminarse fácilmente durante el trayecto, poniendo en riesgo a quienes la consumen.

En los puntos de cruce fronterizos no oficiales entre Orán y el país vecino, el contrabando de alimentos se ha convertido en una actividad recurrente, impulsada por la brecha de precios y la situación económica. La falta de una presencia constante por parte de las fuerzas de seguridad nacionales y de los organismos sanitarios en estos puntos agrava la problemática, dificultando el control efectivo de este flujo de productos

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