La ceremonia de entrega del despacho en el Ministerio de Relaciones Exteriores destacó por la presencia de su anterior titular, Celinda Sosa, una de las pocas figuras del gobierno de Luis Arce que participó en este acto de transición. Durante la actividad, el nuevo canciller, Fernando Aramayo, adelantó que se llevará a cabo una evaluación exhaustiva del cuerpo diplomático vigente, con el propósito de iniciar un proceso de renovación del personal.

Aramayo señaló la necesidad de una reestructuración profunda en la diplomacia nacional, enfocándose en modernizar la política exterior y la arquitectura institucional. Subrayó la importancia de incorporar conceptos como la geoeconomía y la diplomacia digital, además de transformar las representaciones diplomáticas para que no se limiten únicamente a funciones políticas, sino que también impulsen la actividad comercial.

Desde su posesión, el nuevo ministro ha desarrollado una intensa agenda internacional. Entre lunes y martes, acompañó al presidente Rodrigo Paz en encuentros con el canciller alemán, Johann David Wadephul, y con el viceministro de Asuntos Exteriores de Japón, Hisayuki Fujii, antes de asumir formalmente sus funciones en la Cancillería.

El titular de la diplomacia boliviana enfatizó que esta labor exige un compromiso constante, las 24 horas del día y los siete días de la semana. Destacó la importancia de avanzar con madurez, aprendiendo de las experiencias pasadas y actuando con sabiduría y claridad.

Actualmente, el Ministerio de Relaciones Exteriores cuenta con 54 cargos diplomáticos distribuidos en diferentes partes del mundo. Sin embargo, solo 12 de estos corresponden a embajadores, mientras que el resto son encargados de negocios o cónsules acreditados. En países vecinos como Perú y Colombia, las representaciones están a cargo de encargados de negocios, aunque recientemente se logró un acuerdo para la reposición de embajadores en Perú.

La designación de nuevos embajadores está condicionada a la aprobación del Congreso, un proceso que se encuentra pendiente hasta la conformación de las comisiones correspondientes. Durante la administración de Luis Arce, la falta de los dos tercios necesarios en la Asamblea impidió el nombramiento de embajadores titulares, por lo que se optó por asignar encargados de negocios y cónsules generales para representar al país en el exterior

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