El presidente de Chile, Gabriel Boric, concluirá su mandato en marzo de 2026, cuando entregue el poder al ganador de las elecciones que se celebran actualmente en el país, o, en caso de ser necesario, tras una segunda vuelta prevista para el 14 de diciembre. Recientemente, Boric visitó La Paz, donde realizó un recorrido por el centro histórico siguiendo la ruta de Violeta Parra. Durante su estadía, mantuvo un encuentro con Rodrigo Paz, el nuevo presidente de Bolivia, quien asumió el cargo el 8 de noviembre, marcando el inicio de una etapa post-MAS tras dos décadas de predominio político y tras dos litigios internacionales con Chile que implicaron un costo aproximado de 25 millones de dólares para Bolivia. Boric anunció que regresará a Bolivia en el futuro, aunque ya no como mandatario.

El contexto actual presenta desafíos comunes para ambas naciones, como el avance del crimen organizado, las presiones migratorias y la reconfiguración geopolítica vinculada a los minerales estratégicos. En este escenario, Bolivia busca redefinir su relación con Chile.

El canciller boliviano Fernando Aramayo señaló que el principal objetivo es reactivar el diálogo político y diplomático con Chile, aunque enfatizó la importancia de respetar el proceso electoral chileno y esperar a que se defina el nuevo gobierno antes de avanzar en cualquier acercamiento formal. “Primero debemos ser pacientes y respetuosos de la dinámica política chilena”, afirmó, destacando que una vez concluido el proceso electoral se establecerán los contactos correspondientes.

En cuanto a la agenda bilateral, Aramayo subrayó la necesidad de superar las omisiones de los últimos años y promover una cooperación efectiva, especialmente en temas como la minería y la gestión de recursos compartidos en la frontera. Resaltó que la vocación minera y los recursos hídricos de la región —que involucran a Perú, Chile, Bolivia y Argentina— hacen indispensable una integración que favorezca la transición energética. El litio y las tierras raras, elementos esenciales para la tecnología digital, posicionan al triángulo andino como un actor clave en el ámbito energético, por lo que las fronteras deben convertirse en espacios de colaboración y control conjunto.

El canciller también enfatizó que la diplomacia debe traducirse en beneficios concretos para la población, mencionando que la apertura comercial con Chile y otros países podría generar empleos digitales y fortalecer redes de protección social para la juventud boliviana. Actualmente, miles de familias bolivianas migran a Chile en busca de mejores oportunidades.

En las últimas dos décadas, la relación entre ambos países ha estado marcada por litigios ante la Corte Internacional de Justicia, primero por la demanda marítima, resuelta en 2018 en contra de Bolivia, y luego por el caso del río Silala, donde se reconoció su carácter de cauce internacional compartido. Estos procesos no lograron mejorar la cooperación práctica en áreas como la seguridad fronteriza o el comercio. Frente a este panorama, el gobierno boliviano propone un enfoque pragmático que permita avanzar en asuntos urgentes como minería, puertos, seguridad y migración, sin dejar de lado los principios históricos pero sin anclar la agenda en disputas pasadas.

Durante la actual campaña electoral chilena, las menciones a Bolivia fueron limitadas pero significativas. Solo tres de los ocho candidatos, todos de derecha, abordaron directamente la relación bilateral. Evelyn Matthei, de Chile Vamos, manifestó la voluntad de avanzar en temas como migración irregular, control fronterizo y lucha contra el crimen organizado, proponiendo la creación de una Policía Militar Fronteriza y la expulsión de inmigrantes irregulares. José Antonio Kast, del Partido Republicano, aseguró que, de resultar electo, restablecerá las relaciones diplomáticas con Bolivia desde el primer día, destacando la necesidad de una alianza para enfrentar la inmigración ilegal y el narcotráfico. Por su parte, Johannes Kaiser planteó una postura más radical, proponiendo el cierre de la frontera sin diálogo previo.

Los demás candidatos, incluyendo a Jeannette Jara del Partido Comunista y Marco Enríquez-Ominami, no se pronunciaron sobre Bolivia durante la campaña.

La frontera entre Chile y Bolivia supera los 900 kilómetros y está regulada por el Tratado de 1904, que garantiza a Bolivia un régimen de libre tránsito perpetuo hacia puertos del Pacífico. Sin embargo, esta frontera se ha convertido en un corredor crítico para la migración irregular, especialmente de venezolanos, así como para el tráfico de armas, robo de vehículos y actividades de bandas vinculadas al narcotráfico, lo que añade complejidad a la relación bilateral y la necesidad de una cooperación efectiva en seguridad

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