Boliviana de Aviación (BoA), la aerolínea estatal, enfrenta una compleja situación financiera que ha derivado en pérdidas acumuladas superiores a Bs 400 millones desde su fundación. La estrategia de mantener tarifas congeladas con el objetivo de desplazar a la competencia terminó afectando gravemente la estabilidad económica de la empresa. Esta crisis se refleja también en frecuentes retrasos de vuelos, reclamos por parte de los usuarios y problemas técnicos en su flota. En respuesta a esta problemática, las autoridades del nuevo Gobierno han anunciado la realización de una auditoría exhaustiva a la compañía.
El análisis del balance general correspondiente a 2024 revela que, aunque BoA logró reportar una utilidad contable de Bs 84,4 millones en ese año, persiste una deuda patrimonial que supera los Bs 432 millones, resultado de déficits acumulados en ejercicios anteriores, gastos excesivos y una estructura tarifaria distorsionada. Además, el comienzo de 2025 muestra signos de deterioro con pérdidas acumuladas de Bs 33,9 millones en los primeros dos meses.
El crecimiento de la aerolínea desde su creación en 2009 fue notable en términos de volumen de pasajeros, pasando de 260.000 a más de 3,6 millones en una década, consolidándose en rutas nacionales e internacionales. Sin embargo, este aumento no se tradujo en rentabilidad, incumpliendo las metas planteadas en su Plan Estratégico 2015–2020. La crisis política de 2019 y la pandemia mundial en 2020 impactaron negativamente las operaciones, generando pérdidas significativas que obligaron a inyecciones de capital por parte del Estado para mantener la continuidad del servicio.
Un aspecto relevante que mejoró momentáneamente las finanzas de BoA en 2024 fue la venta de una aeronave, que incrementó los ingresos no operativos en más de un 16%. No obstante, esta medida no representa una solución sostenible para la problemática estructural que enfrenta la empresa, caracterizada por tarifas desactualizadas, vulnerabilidad frente al tipo de cambio y dependencia de ingresos extraordinarios.
En materia administrativa, se observa que gran parte de las contrataciones realizadas durante 2024 se efectuaron mediante adjudicación directa, sin procesos de licitación pública, lo que genera cuestionamientos sobre la transparencia y eficiencia en la gestión. Asimismo, el aumento significativo en la liquidez se atribuye principalmente a ingresos no recurrentes, mientras que los activos no corrientes y diferidos presentan una disminución considerable, reflejando ajustes contables y amortizaciones.
La empresa también enfrenta múltiples litigios activos, incluyendo demandas laborales y civiles, que añaden complejidad a su situación legal y financiera. Paralelamente, la experiencia del pasajero se ha visto afectada por demoras prolongadas y reprogramaciones sin previo aviso en varios aeropuertos del país, lo que ha generado una creciente insatisfacción y críticas públicas.
Frente a este panorama, el ministro de Obras Públicas ha declarado que la aerolínea será una prioridad en su gestión, anticipando una auditoría rigurosa que abarcará tanto el ámbito operativo como administrativo. Este proceso busca identificar con mayor precisión las causas de las dificultades actuales y sentar las bases para una reestructuración integral que permita mejorar la conectividad aérea y potenciar el turismo nacional.
Expertos del sector coinciden en la necesidad de un análisis exhaustivo que incluya aspectos financieros, jurídicos, operativos y de mantenimiento, señalando que las dificultades de BoA tienen raíces profundas que se remontan a su creación y a las prácticas que alteraron el mercado aeronáutico nacional. Se destaca la importancia de establecer condiciones equitativas para la competencia, evitando subsidios que distorsionen el mercado y considerando alternativas como fusiones o la apertura a nuevos operadores bajo regulaciones claras.
Finalmente, especialistas económicos advierten que la estabilidad futura de la aerolínea dependerá en gran medida del resultado de la auditoría y de la capacidad de la empresa para gestionar inversiones, costos operativos y endeudamiento en un entorno competitivo. La decisión sobre su reestructuración será clave para definir si BoA puede mantener su rol como actor fundamental en la conectividad aérea del país o si deberá enfrentar cambios profundos para evitar un deterioro mayor


