Muy a pesar de discrepar con la fecha del 6 de agosto de 1825, como el momento clave para la celebración del día de la independencia, ya que la misma no tiene ninguna significancia para los bolivianos, sí para los peruanos, puesto que el 6 de agosto de 1824, al darse la Batalla de Junín en su suelo, luego la de Ayacucho, ambos con triunfos formidables, este país nacía a la vida independiente; mientras que Bolivia todavía estaba bajo régimen colonial al mando de Pedro Antonio de Olañeta, quien sería derrotado recién el 1ro de abril de 1825 en la Batalla de Tumusla, por el Cnl. Carlos Medinacely.
Estratégicamente esta batalla, y su actor principal, fueron sepultados, para colocar en su sitio a Bolívar y Sucre que, según refería y reconocía este último en diversas cartas a su jefe Bolívar: “Charcas se había independizado sin intervención alguna de ningún ejército extranjero”. Recordar que gracias a sus batallas madres: Cotagaita, Suipacha, Aroma, las guerrillas, Tumusla, etc., por esfuerzo de los propios bolivianos, se dio paso a esta epopeya libertaria.
Al final, con este antecedente, se celebra el 6 de agosto de 1825, como el momento culminante del dominio español. Lo que ocurre es que, más allá de esta fecha, el hecho como tal tiene una enorme significación para todos los bolivianos que, desde aquel momento, en apariencia, seríamos independientes; hecho que no fue tal, porque en realidad Bolivia siguió dependiendo del interés extranjero y de otros suprapoderes que se constituyeron en el norte del continente, quienes ocuparon el lugar de la Corona Española, pero con un matiz camuflado.
A esta dura realidad se suma, hoy en día, la apatía y la falta de fervor cívico de los bolivianos; como señala Pilar Pedraza: “desposeída de civismo, ignorante de su propia historia con el ‘no importismo’ y apatía de su desamorada juventud, así se avanza rumbo al Bicentenario de Bolivia”. A pesar de esta realidad o mito, es una oportunidad de oro para una reflexión profunda, sobre la situación del país; poder encontrar o por lo menos avizorar cuáles son las causas del estado de cosas por las que atraviesa. Cómo puede ser posible que un país tan rico en recursos naturales, además poseedora de una cultura inapreciable, esté dentro de indicadores de constante pobreza, atraso y dependencia. Hay que virar el camino.
CULTURA Y PATRIMONIO
FRANZ GUSTAVO MORALES MÉNDEZ
Docente investigador UMSS
gusmora_@hotmail.com
FUENTE: www.opinion.com.bo/