La dinámica económica en la ciudad fronteriza de Bermejo se ve notablemente impulsada por la constante afluencia de ciudadanos argentinos, quienes encuentran en el territorio boliviano una opción más económica para adquirir diversos productos. Este fenómeno se atribuye a la fluctuación de las divisas, donde la apreciación del peso argentino frente a la moneda boliviana ha transformado el costo de vida, haciendo que las compras en Bolivia resulten más ventajosas para los habitantes del país vecino.

Un cambio significativo en los flujos comerciales se observa en la dirección de la mercadería: si bien en el pasado productos como electrodomésticos ingresaban desde Argentina hacia Bolivia, hoy la tendencia se ha invertido, y son los bienes bolivianos los que se dirigen hacia el país vecino. La mayor parte de los artículos comercializados en Bermejo no son de producción nacional; bienes como juguetes de peluche, calzado, neumáticos y bicicletas, entre otros, ingresan al territorio boliviano con la documentación aduanera correspondiente, y es bajo esta misma condición que son adquiridos por los compradores del país vecino. Aunque su tránsito hacia Argentina pueda ocurrir a través de puntos no formales, la legalidad de su origen en Bolivia, avalada por pólizas y facturas, desvirtúa la noción de contrabando en su sentido estricto.

Esta actividad comercial representa un pilar fundamental para la economía local, mitigando los efectos de una posible crisis económica que, de otro modo, impactaría con mayor severidad en esta región fronteriza. Las autoridades locales y observadores del comercio señalan que el flujo de productos está bajo control, y no se percibe un contrabando inverso a gran escala. Muchas de las adquisiciones realizadas por ciudadanos argentinos, especialmente de productos alimenticios, están destinadas al consumo personal y familiar, más que a actividades de reventa ilegal.

El mayor movimiento en la frontera se registra durante los días feriados en Argentina, cuando un considerable número de personas cruza hacia Bermejo específicamente para realizar compras. Esta demanda ha llevado a que algunos establecimientos comerciales opten por vender sus productos al por mayor o en paquetes, adaptándose a las necesidades de los compradores, incluyendo a pequeños comerciantes que llegan desde Argentina. En definitiva, el comercio transfronterizo es el motor principal que sostiene la economía del municipio.

No obstante, Bermejo enfrenta desafíos económicos internos. El sector cañero, antaño un motor económico crucial, experimenta una drástica reducción en su actividad. Las proyecciones para la zafra actual estiman una producción de apenas 100 mil toneladas de caña, muy por debajo de las 600 mil a 800 mil toneladas registradas en años anteriores, lo que se traduce en una expectativa de producción de azúcar significativamente menor, posiblemente sin alcanzar los 200 mil quintales, a diferencia de los 500 mil que se buscaban previamente. Esta disminución se atribuye a problemas entre el ingenio y el sector productivo. En este contexto, la actividad comercial transfronteriza se vuelve aún más vital para la subsistencia económica de la región.

Paralelamente, la población de Bermejo, al igual que en otras regiones del país, experimenta un constante encarecimiento de los productos de la canasta familiar. Ejemplos claros son el pan, cuya porción se ha reducido mientras su precio se eleva a 1,50 bolivianos por unidad, o la cabeza de ajo, que puede costar hasta 5 bolivianos. Si bien esta tendencia inflacionaria es generalizada, el dinamismo comercial generado por la afluencia de compradores argentinos contribuye a generar un movimiento económico que, de alguna manera, atenúa el impacto de la subida de precios en el municipio

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