La figura del lexicógrafo a menudo evoca una imagen de sobriedad o de una labor monótona, y la trayectoria vital de una lingüista y bibliotecaria rara vez se considera material propicio para la narrativa de ficción. Sin embargo, el escritor Andrés Neuman identificó en María Moliner una singularidad que la distinguía. Su visión contrastaba con la inclinación académica, particularmente la de la Real Academia Española, a despojar al lenguaje de su vitalidad, su encanto popular y su dimensión lúdica. Para Moliner, el idioma era una entidad dinámica y en constante evolución. Con esta convicción, invirtió incontables horas en la creación de su monumental Diccionario de uso del español, una obra que no solo alcanzó un éxito comercial notable, sino que también le granjeó amplio reconocimiento.
Andrés Neuman, galardonado con el Premio Alfaguara y finalista del Premio Herralde de Novela, ha dedicado su más reciente obra a esta insigne figura. El título de la novela, Hasta que (la palabra) empieza a brillar (de tanto que la leemos y la repetimos para encontrar su sentido), se inspira en una frase de la poeta estadounidense Emily Dickinson.
La trayectoria de María Moliner encarna la de una generación de mujeres nacidas a principios del siglo XX, quienes, con una combinación de sabiduría, pragmatismo y tenacidad, forjaron su propio camino en la historia. Muchas de ellas, criadas en entornos de recursos limitados pero con una fuerte vocación por la instrucción, tuvieron que abrirse paso en ambientes intelectuales en una época donde la presencia femenina en estos campos era escasa. Mujeres capaces de impartir cátedra sobre temas históricos con la misma destreza que preparaban complejas recetas culinarias, o de gestionar y mantener un hogar numeroso sin quejas ni una marcada conciencia de género. Su existencia se caracterizaba por la laboriosidad, la rectitud y la modestia, aunque a menudo revelaban una cierta singularidad.
María Moliner se benefició del sistema universitario y de oposiciones español, lo que le permitió convertirse en bibliotecaria de Estado y ejercer la docencia. Contrajo matrimonio con un físico y participó activamente en la Guerra Civil desde la zona republicana, dedicándose a la protección de bibliotecas. Además de criar a una numerosa familia, llevó a cabo la monumental tarea de compilar en solitario un diccionario de 80.000 palabras, una obra que muchos consideraron superior a la de la Real Academia Española.
Estas mujeres inverosímiles, a la vez realistas y fantásticas, son un reflejo de aquellas que, con una resiliencia asombrosa, sostienen sus hogares y familias, enfrentando desafíos con una fortaleza inquebrantable, una realidad que las sitúa en el ámbito de lo extraordinario cotidiano.
A pesar de su invaluable contribución, Moliner aspiraba a formar parte de la Real Academia Española, un objetivo que, lamentablemente, no se concretó. Su ingreso fue frustrado por la oposición y las intrigas de Camilo José Cela, una figura literaria de renombre pero de cuestionable ética personal, quien ejercía una influencia considerable en los círculos culturales españoles durante el tardofranquismo.
La novela de Neuman no es una obra por encargo. Sin embargo, en ciertos pasajes, adquiere la cualidad de una biografía de este tipo, desplegando un tour de force narrativo para transformar hechos aparentemente cotidianos, como los viajes de Moliner a provincias para supervisar bibliotecas, en material digno de una lectura cautivadora. Neuman logra este propósito, aunque el libro resultante, si bien interesante y agradable, se percibe como una obra de menor escala, al igual que la propia Moliner en el panorama cultural español de la Guerra Civil. No obstante, la existencia de figuras literarias consideradas menores es fundamental para la emergencia y el reconocimiento de las grandes luminarias