La llegada de la diputada Luisa Nayar a Tarija agita el conflicto ambiental en la región.
La Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía se ve envuelta en una disputa cada vez más intensa debido a la presión de las actividades hidrocarburíferas y la exigencia de explicaciones por parte de autoridades locales y nacionales.
La disputa por la preservación de la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía continúa generando tensiones y controversias en la región. La llegada de la diputada de Comunidad Ciudadana (CC), Luisa Nayar, a Tarija para exigir explicaciones a la Gobernación sobre las acciones tomadas para detener el avance de las actividades hidrocarburíferas en la zona protegida ha añadido un nuevo capítulo a este conflicto ambiental.

Las denuncias de los comunarios de Tariquía han sido persistentes, acusando al Gobierno nacional de permitir el ingreso de empresas petroleras en la reserva a pesar de la oposición de la población local. Esto ha llevado a un clima de desconfianza y abandono por parte de las autoridades locales y departamentales, aumentando la incertidumbre sobre el futuro de esta área natural protegida.

La diputada Nayar, en su encuentro con el secretario de Desarrollo Productivo y Medio Ambiente de la Gobernación, Efraín Rivera, exigió un informe detallado sobre las medidas adoptadas para proteger Tariquía, lo que desencadenó un intercambio de argumentos y tensiones. Rivera explicó que la competencia en la aprobación de licencias ambientales para proyectos de exploración hidrocarburífera recae en el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, subrayando que la Gobernación solo recibe la documentación pertinente y denuncia irregularidades en caso de detectarlas.

Por otro lado, Nayar insistió en la responsabilidad de la Gobernación en la protección del medioambiente y la población afectada, señalando que, si bien es el Gobierno Nacional el principal ente regulador en este tipo de proyectos, las autoridades regionales también tienen un papel fundamental en la defensa de áreas naturales sensibles como la Reserva de Tariquía. Esta postura generó desacuerdos entre ambos actores, evidenciando las diferencias de enfoque y competencias en este tema.

Rivera expresó su desaprobación ante la forma en la que Nayar había abordado el tema, argumentando que la diputada había optado por una vía poco convencional para solicitar información, lo que, desde su perspectiva, no era la manera adecuada de tratar este tipo de asuntos. Asimismo, el funcionario de la Gobernación sugirió que la actitud de Nayar parecía estar más motivada por intereses políticos que por el genuino interés de fiscalización y protección ambiental.

En medio de esta situación de confrontación y desacuerdo, la protección de la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía sigue siendo un tema sensible y de gran relevancia para la comunidad local y las autoridades competentes. La necesidad de encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación del medio ambiente se presenta como un desafío constante en esta zona, donde los intereses de la industria petrolera chocan con la preservación de la biodiversidad y los ecosistemas naturales.

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