El deterioro de las calles tarijeñas y la necesidad de una solución integral.
La ciudad de Tarija enfrenta graves problemas de infraestructura vial, con el 70% de sus calles superando su vida útil y presentando riesgos para la movilidad y seguridad de los ciudadanos.
La ciudad de Tarija enfrenta serios problemas de infraestructura vial, evidenciados por el deterioro y hundimiento de las calles, un fenómeno que ha sido objeto de atención por parte del Gobierno Municipal. Marcelo Zenteno, responsable de Obras Públicas, ha señalado que aproximadamente el 70% de las vías de la ciudad han superado su vida útil, lo que ha llevado a una serie de complicaciones que afectan la movilidad y seguridad de los ciudadanos.
La situación actual es el resultado de más de tres décadas desde que se llevó a cabo el último gran pavimentado de las calles tarijeñas. Sin embargo, el asfalto, material ampliamente utilizado en la construcción de vías urbanas, tiene una vida útil promedio de diez años. Esto significa que muchas de las calles en Tarija no solo presentan problemas estéticos, como baches y grietas, sino que también representan un riesgo para los vehículos y peatones que transitan por ellas a diario.
Uno de los factores que ha contribuido a este deterioro es el impacto de las intensas lluvias, que erosionan las estructuras de las calles y provocan el aumento de los baches. A esto se suma el constante tránsito de vehículos, que incrementa la presión sobre el asfalto ya degradado. Zenteno compara el problema de los baches con una «muela careada», que necesita atención inmediata para evitar un daño mayor. Esta situación se complica aún más debido al hundimiento de las vías, que en muchas ocasiones es provocado por la instalación y mal estado de las tuberías subterráneas de agua y alcantarillado.
Ante esta problemática, la dirección de Obras Públicas ha hecho un llamado a la Cooperativa de Servicio de Agua y Alcantarillado de Tarija (Cosaalt) para que colabore en la búsqueda de soluciones a estos problemas recurrentes. El objetivo es coordinar esfuerzos para abordar tanto la infraestructura de agua potable como la red de alcantarillado, que son cruciales para la estabilidad de las calles.
Para mitigar los efectos inmediatos del deterioro, el Gobierno Municipal ha implementado el programa «Vicha Bache», que se centra en el re bacheo y la restauración de las vías más afectadas. Sin embargo, Zenteno ha sido claro al indicar que estas soluciones son meramente paliativas. El problema de fondo, que es la necesidad de un recapacito total de la capa asfáltica en un gran porcentaje de las calles, sigue sin resolverse. Este tipo de trabajo requiere una inversión considerable.
El funcionario ha enfatizado las limitaciones presupuestarias que enfrenta su departamento, señalando que, para realizar un cambio significativo en la red vial de Tarija, sería necesario destinar recursos para el tratamiento de aproximadamente 300 kilómetros de asfalto, es decir, el 70% de las vías que han llegado al final de su ciclo de vida útil. Este hecho pone de manifiesto la necesidad urgente de una planificación y financiamiento adecuados, que no solo aborden los problemas actuales, sino que también prevengan futuras situaciones de deterioro.
La situación de las calles de Tarija es un reflejo de un desafío mayor que enfrenta la ciudad: equilibrar el crecimiento urbano y la infraestructura necesaria para soportar ese crecimiento. A medida que la población aumenta y el tráfico se intensifica, la presión sobre las vías se incrementa, lo que exige una atención continua y recursos que permitan mantener la calidad de vida de los tarijeños.
La ciudad de Tarija enfrenta serios problemas de infraestructura vial, evidenciados por el deterioro y hundimiento de las calles, un fenómeno que ha sido objeto de atención por parte del Gobierno Municipal. Marcelo Zenteno, responsable de Obras Públicas, ha señalado que aproximadamente el 70% de las vías de la ciudad han superado su vida útil, lo que ha llevado a una serie de complicaciones que afectan la movilidad y seguridad de los ciudadanos.
La situación actual es el resultado de más de tres décadas desde que se llevó a cabo el último gran pavimentado de las calles tarijeñas. Sin embargo, el asfalto, material ampliamente utilizado en la construcción de vías urbanas, tiene una vida útil promedio de diez años. Esto significa que muchas de las calles en Tarija no solo presentan problemas estéticos, como baches y grietas, sino que también representan un riesgo para los vehículos y peatones que transitan por ellas a diario.
Uno de los factores que ha contribuido a este deterioro es el impacto de las intensas lluvias, que erosionan las estructuras de las calles y provocan el aumento de los baches. A esto se suma el constante tránsito de vehículos, que incrementa la presión sobre el asfalto ya degradado. Zenteno compara el problema de los baches con una «muela careada», que necesita atención inmediata para evitar un daño mayor. Esta situación se complica aún más debido al hundimiento de las vías, que en muchas ocasiones es provocado por la instalación y mal estado de las tuberías subterráneas de agua y alcantarillado.
Ante esta problemática, la dirección de Obras Públicas ha hecho un llamado a la Cooperativa de Servicio de Agua y Alcantarillado de Tarija (Cosaalt) para que colabore en la búsqueda de soluciones a estos problemas recurrentes. El objetivo es coordinar esfuerzos para abordar tanto la infraestructura de agua potable como la red de alcantarillado, que son cruciales para la estabilidad de las calles.
Para mitigar los efectos inmediatos del deterioro, el Gobierno Municipal ha implementado el programa «Vicha Bache», que se centra en el re bacheo y la restauración de las vías más afectadas. Sin embargo, Zenteno ha sido claro al indicar que estas soluciones son meramente paliativas. El problema de fondo, que es la necesidad de un recapacito total de la capa asfáltica en un gran porcentaje de las calles, sigue sin resolverse. Este tipo de trabajo requiere una inversión considerable.
El funcionario ha enfatizado las limitaciones presupuestarias que enfrenta su departamento, señalando que, para realizar un cambio significativo en la red vial de Tarija, sería necesario destinar recursos para el tratamiento de aproximadamente 300 kilómetros de asfalto, es decir, el 70% de las vías que han llegado al final de su ciclo de vida útil. Este hecho pone de manifiesto la necesidad urgente de una planificación y financiamiento adecuados, que no solo aborden los problemas actuales, sino que también prevengan futuras situaciones de deterioro.
La situación de las calles de Tarija es un reflejo de un desafío mayor que enfrenta la ciudad: equilibrar el crecimiento urbano y la infraestructura necesaria para soportar ese crecimiento. A medida que la población aumenta y el tráfico se intensifica, la presión sobre las vías se incrementa, lo que exige una atención continua y recursos que permitan mantener la calidad de vida de los tarijeños.