Un lugar desjerarquizado, en el que “ya no se sabe cuál es el marinero y cuál es de la administración”, y donde las relaciones de “desconfianza mutua” entre el Estado y el sector productivo han quedado atrás. 2.074 hectáreas de costa que sufrieron las consecuencias del Prestige en las que ahora, tras años de incumplimientos y malas prácticas, son los propios pescadores los que controlan que el resto no se salten las normativas ambientales que han aprobado entre todos.
La reserva marina de interés pesquero de Os Miñarzos (en Lira, Galicia) es uno de los más de 400 ejemplos de ‘cambio transformador’ que fueron investigados por el IPBES (la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas) para tratar de dar con la fórmula que consiguiera frenar la crisis planetaria de biodiversidad. El caso, más allá de ser señalado por este importante organismo, ha servido de inspiración para Catalunya, Portugal, diversos países de Latinoamérica, e incluso la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
“Para que haya un cambio transformador positivo tiene que ocurrir a tres niveles: en las prácticas (cómo nos comportamos), en las estructuras (la forma de organizarse y de regular), y en los puntos de vista (la forma de pensar, nuestros valores). En este caso la reserva tuvo la capacidad de actuar a esos tres niveles”, explica Sebastián Villasante, científico del IPBES y profesor e investigador distinguido del Instituto CRETUS de la Universidad de Santiago de Compostela.
Su sistema de gobernanza participativa
Se trató del primer caso en Europa en el que fueron los propios pescadores los que lideraron un cambio como este. El germen lo implantó Antonio García Allut, Doctor en Antropología Social y Cultural, profesor en la Universidad de A Coruña, e impulsor de la Fundación Lonxanet.
El antropólogo llevaba a sus espaldas décadas de escucha activa a los pescadores cuando les propuso la creación de una reserva marina en la que ellos participasen de su gestión al mismo nivel que la administración. “Me dijeron que esa opción era imposible, eran muy escépticos. Y les dije: ‘pero por intentarlo no perdemos nada’”, rememora.
El órgano de gestión está representado a partes iguales por la administración y por los pescadores. También está la parte científica. Y nos ayudamos los unos a los otros Mariano Lago — Patrón Mayor de la Cofradía de Lira
Fue entonces cuando, meses antes de la tragedia del Prestige, se comenzó a diseñar la potencial reserva, proceso interrumpido por las labores de limpieza de petróleo. Precisamente la aldea donde se ubica ahora el espacio protegido (Lira, Carnota) fue una de las zonas más afectadas. “Aquello les dejó a muchos la huella de la importancia de mantener un medio ambiente poco impactado”, recuerda García Allut. La creación del proyecto, tras años de mucho empeño, organización, diálogo, y paciencia, fue aprobada en 2007.
Mariano Lago, Patrón Mayor de la Cofradía de Lira, donde brotó la iniciativa, explica que ellos querían una fórmula para poder autorregularse: “Cuando se hacían normas que venían de afuera, nosotros siempre teníamos la opinión de que no tenían ni puñetera idea de nuestro sector. Ahora somos una parte de la toma de decisiones. El órgano de gestión está representado a partes iguales por la administración y por el sector. También está la parte científica. Y nos ayudamos los unos a los otros”.
De un modelo ‘de arriba hacia abajo’ a uno ‘de abajo hacia arriba’
Es lo que se llama pasar de un sistema de gobernanza top-bottom (de arriba hacia abajo) a bottom-top (de abajo hacia arriba). Ahora los pescadores aportan su conocimiento ecológico local para hacer planteamientos de gestión. De esta forma, al tejer las reglas de una forma consensuada, los pescadores las respetan mucho más. “No es lo mismo que alguien te ‘imponga’ que tienes que hacer algo, a que las condiciones de ese algo sean consensuadas”, señala el científico del IPBES.
Al principio el antropólogo tuvo que mediar mucho, pues no existía una verdadera “cultura de la participación”. Cada parte llevaba tanto tiempo haciendo las cosas de una misma manera, con esas dinámicas de jerarquía, que necesitaban algo más que consiguiera ‘desengrasarles’, como si de robots oxidados se tratase. Ese ‘algo más’ fue García Allut, que iba, poco a poco, consiguiendo que los pescadores llegaran a creerse que estaban al mismo nivel que la administración, a la que, por otra parte, le costaba ceder poder. Finalmente, lograron dar el salto.
Se trató de uno de los casos pioneros a nivel global en los que, por primera vez, se sentaban pescadores y científicos en una misma mesa Sebastián Villasante — Científico del IPBES
Además, abunda Villasante, se trató de uno de los casos pioneros a nivel global en los que, por primera vez, se sentaban pescadores y científicos en una misma mesa. “Esa co-construcción de conocimiento fue y es fundamental. Los pescadores antes no eran invitados a casi ninguna reunión de investigadores, pero eso está cambiando”, explica.
Un cambio de mentalidad que trajo buenos resultados
El órgano de cogestión constituye también una herramienta para la resolución de conflictos con otras comunidades, sostiene el antropólogo, algo que, en general, ha mejorado el clima social de la zona. La última vez que monitorizaron la aceptación social del modelo, en 2017, tenían el apoyo de casi el 80% de los pescadores. Tanto es así que se puso sobre la mesa una ampliación de la reserva, algo que aún no ha sido posible.
“Y una cosa importante: ya hay un liderazgo local. Es decir: ya hay pescadores que creen profundamente en este modelo. Entonces ellos son los que se encargan ya de hacer apología del modelo, de defenderlo, y de influir en aquellos otros pescadores que son más escépticos. Creo que la sociedad civil tiene un papel crucial en el futuro de los estados, que profundizar en una democracia con una mayor participación de la ciudadanía en los espacios de decisión es el camino”, defiende García Allut.
También se produjo un cambio de mentalidad en la zona en cuanto al medio ambiente, profundiza Villasante (IPBES): “Las causas subyacentes del declive de la naturaleza a nivel global son, entre otras, la priorización de ganancias materiales e individuales a corto plazo y la desconexión con la naturaleza. Antes los pescadores tenían ese tipo de mentalidad”.
Si nosotros no cuidamos lo nuestro, al final se va todo al garete. Lo que es seguro es que, si ahora pescamos de forma descontrolada, tendremos beneficios en el presente, pero en el futuro no Mariano Lago — Patrón Mayor de la Cofradía de Lira
“Ahora tenemos un poco más de restricciones, pero lo que es seguro es que el mar es como la tierra: si no la cuidas, si tú a un terreno no lo abonas y lo tratas bien, no tendrás los mismos frutos. Si nosotros no cuidamos lo nuestro, al final se va todo al garete. Lo que es seguro es que, si ahora pescamos de forma descontrolada, tendremos beneficios en el presente, pero en el futuro no”, afirma Lago, patrón mayor de la Cofradía de Lira.
Una “curva de explotación” armónica y estable
En cuanto a resultados medibles, se apreció en la reserva una mayor abundancia de las especies comercialmente explotables, y mayores ingresos de media de la mayor parte de los pescadores. Esto, señalan, fomentó una mayor confianza y cooperación entre los actores.
Un indicador del éxito del modelo, afirma el antropólogo, es que, “mientras en la mayoría de las comunidades pesqueras en Galicia, en la mayor parte de los puertos pesqueros se pierden barcos, se dan de baja, en esta comunidad de Os Miñarzos, se mantiene el mismo número de barcos. Su tendencia es de fortalecimiento frente a la tendencia de otras comunidades, que es de debilitamiento”.
Otro de los resultados, sostiene, es que la “curva de explotación” es mucho más armónica y estable: “Si una pesquería dura ocho meses, en vez de que la curva suba abruptamente y luego baje abruptamente, dentro de la reserva el comportamiento de la curva es mucho más constante”.
Lago siempre lo explica de la misma manera: “yo tengo una embarcación y siempre estoy faenando dentro de la reserva. No me hace falta salir de ella para tener los ingresos que me hacen falta para vivir. La diferencia que yo veo es que hay otros barcos que sí que quieren entrar a la reserva. Es decir: se vive bien de la propia zona protegida”.
Uno de los mensajes más importantes del informe, concluyen desde el IPBES, es que “todos tenemos la capacidad y la posibilidad para generar cambios transformadores: en nuestro ámbito familiar, en la comunidad en la que vivimos, en nuestro trabajo… Todos podemos lograr algo así”. El patrón mayor lo avala: “La mentalidad cambió porque tenía que cambiar, eso es así: acabaremos por no tener nada si no cuidamos lo nuestro”.