La escasa conectividad que ofrece nuestro país, al interior del mismo, que es el que más sufre en las poblaciones intermedias que no disponen de vuelos regulares, y la exterior sujeta tácitamente a una sola oferta. Esta situación que perjudica ostensiblemente a la generación de riqueza, puestos de trabajo y adquisición de conocimientos en los jóvenes que desean dedicar sus conocimientos a la actividad aeronáutica, no mejora, empeora. ¿Por qué? Porque los puestos de decisión investidos en las autoridades que dirigen a la actividad aeronáutica están cubiertos por personas sin conocimientos académicos ni experiencia insustituibles en Derecho Aeronáutico, Gestión y construcción de aeropuertos y mantenimiento prolijo y diligente de los mismos.
La situación mediterránea de Bolivia y la cualidad de ser un país eminentemente aeronáutico a consecuencia de su accidentada orografía, debería hacer meditar con proyectos y leyes eficaces inmediatas a las autoridades sobre este filón de riqueza aún no explotado, preservando lo existente, pues es muy difícil establecer una línea aérea, administrarla, explotar las rutas elegidas, crecer en patrimonio y prestigio, y ante todo evitar los monopolios que a la postre, paradójicamente, constriñen un mercado, baja la calidad de atención al pasajero que es el que sustenta a las aerolíneas y no permite un crecimiento regular del mercado evitando su expansión y que se produzca el fenómeno del salto cualitativo del transporte terrestre al aéreo, que en nuestro país es muy considerable, solo es suficiente comprobar las estadísticas de ocupación de transporte terrestre.
Los esfuerzos que realiza el Instituto Boliviano de Derecho Aeronáutico, Espacial y de la Aviación Civil, para posibilitar servicios regulares aeronáuticos a las regiones intermedias que sufren por esta carencia, impidiendo la traslación de personas e invaluables productos perecederos a otras ciudades del país, son notorios. A través de varias reuniones ha sensibilizado a los autores para restablecer servicios y que sean regulares, para programas servicios de carga y negocios empresariales y personales.
La solución no llega debido a que la institución que debe mantener todos los aeropuertos en estado idóneo y seguro para el ejercicio de la aviación comercial regular, no cumple sus deberes (…) y así, observamos compungidos, muchos aeropuertos abandonados y deteriorándose, pese a la cuantiosa inversión que la paga el contribuyente y no disimula su contenida ira y disconformidad. Se invierte para crear riqueza en las regiones beneficiadas y estimular el desarrollo humano de los pueblos.
La explotación del tráfico aéreo es la base fundamental para el real despegue económico del turismo en Bolivia: si no se soluciona el aspecto del transporte aéreo se convierte en una falacia cualquier proyecto de llegar a cinco millones de turistas anuales, como primer objetivo, que todavía es poco, para un país maravilloso como Bolivia.
Si asentimos que la presencia de nuevas líneas aéreas en el país es factor de generación de riqueza y empleo, independientemente de otros valores agregados, como la formación de personal boliviano en la dinámica y cambiante industria, que decanta en la adquisición de una profesión técnica válida para todos los países donde haya ejercicio de la aviación, es una contradicción que los propios cuerpos jurídicos que regulan la aeronavegación no formulen medidas atractivas para el incremento del tráfico aéreo en Bolivia, que ya sufre, con una infraestructura de aeropuertos muy aceptable en relación con otros países, especialmente los limítrofes, de muchas horas de ociosidad en la actividad cotidiana, aeropuertos abandonados, como escribíamos, y sirven mayoritariamente para los vuelos de cabotaje, que tampoco reflejan índices de intensa actividad y, si lo reflejan, son coyunturales.
Es una entelequia pretender hacer de Bolivia un país atractivamente aeronáutico, si constatamos que los costes de los servicios aeroportuarios para el ejercicio de la aviación son muy altos o altísimos, y una calidad inferior a la que cobran los países limítrofes y extralimítrofes con infraestructura y equipos francamente modernos, como exige esta pujante industria. Lo mismo sucede con el combustible de aviación, que actualmente, por la aplicación de fórmulas complicadas e ininteligibles en la aplicación del precio al consumidor.
Por otro lado, no se debe descuidar nuestra fe de Estado para cumplir los convenios internacionales, y en este punto precisamente, el país al ser signatario de Convenio de Varsovia se compromete a crear infraestructura aeroportuaria, una aeronavegación internacional con presencia de muchas líneas extranjeras de tráfico regular, con condiciones óptimas de seguridad, económica, accesible y exento de monopolios.
SAPERE AUDE
Raúl Pino-Ichazo T.
Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación; Filosofía y Política
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FUENTE: www.opinion.com.bo/