Oriente Petrolero atraviesa un nuevo ciclo complicado que afecta su desempeño deportivo, económico e institucional. Por tercer año consecutivo, el equipo no logró clasificar a competencias internacionales, reflejando la falta de un rumbo definido para recuperar su protagonismo histórico.

Lejos de pelear por el título, la expectativa se ha reducido a intentar acceder a un torneo internacional como un consuelo, objetivo que tampoco se ha concretado en los últimos tiempos. La institución, que en el pasado disputaba campeonatos con regularidad, hoy muestra un rendimiento irregular y desordenado.

Con una fecha pendiente para concluir el torneo de todos contra todos, el plantel dirigido por Víctor Hugo Andrada se encuentra en la posición 11 de 16 equipos, acumulando solo 33 puntos. Esta ubicación evidencia las dificultades que enfrenta el club para mantener un nivel competitivo acorde a su tradición.

La inestabilidad en el cuerpo técnico también ha sido notable, con cinco entrenadores que pasaron por el banquillo en la misma temporada, lo que pone en evidencia la ausencia de un proyecto deportivo sólido. En medio de esta coyuntura, el regreso de Ronald Raldes a la presidencia generó reacciones encontradas entre los seguidores, quienes esperan que su gestión aporte estabilidad y un cambio positivo.

La reciente derrota por 5-2 frente a ABB en El Alto fue un duro golpe que terminó con las aspiraciones de clasificar a la Copa Sudamericana y expuso las debilidades del plantel, que carece de jerarquía y consistencia. Este resultado refleja la fragilidad deportiva que ha marcado a Oriente en los últimos años.

La crisis actual no es un fenómeno reciente, sino el resultado de varios años de dificultades que han mantenido al club alejado de los primeros puestos y con bajo rendimiento. Este período complicado ha dejado una huella profunda, evidenciando la necesidad imperiosa de una renovación integral.

Para salir de este estancamiento, Oriente Petrolero requiere una reestructuración profunda en todas sus áreas: dirigencial, financiera, deportiva e institucional. Es fundamental establecer un proyecto serio, sostenible y con visión a largo plazo que permita al club recuperar su identidad y competitividad.

A pesar de las adversidades, la afición continúa apoyando al equipo, llenando las gradas y manteniendo viva la esperanza de un resurgimiento. Este respaldo incondicional destaca la importancia de que el club deje atrás los fracasos y trabaje en construir un futuro más prometedor para sus seguidores

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