La selección boliviana enfrentó una dura derrota ante Japón, evidenciando una clara diferencia en nivel competitivo durante el encuentro disputado en el estadio Nacional de Tokio. El partido finalizó con un marcador de 3-0 a favor del conjunto local, que dominó desde los primeros minutos y no permitió reacción alguna por parte de Bolivia.

Japón abrió el marcador rápidamente, apenas a los cuatro minutos, gracias a un remate de zurda de Daichi Kamada tras una recuperación de balón en la salida boliviana. Este gol tempranero puso a la selección sudamericana en una posición complicada, sin lograr generar respuestas ofensivas efectivas.

Durante la primera mitad, el equipo japonés mantuvo la superioridad, creando varias oportunidades para ampliar la ventaja. Sin embargo, el arquero Guillermo Viscarra se destacó con algunas intervenciones, incluyendo un disparo que fue detenido con ayuda del travesaño.

En la segunda etapa, aunque la intensidad del conjunto nipón disminuyó ligeramente, esto no impidió que continuaran controlando el partido. A los 72 minutos, Shuto Machino amplió la diferencia al anticiparse a la defensa boliviana dentro del área tras una pérdida de balón de Fernando Nava. Seis minutos después, Keito Nakamura sentenció el resultado con un disparo de derecha que superó la marca defensiva y dejó sin opciones al portero Viscarra.

La selección boliviana mostró dificultades para superar la presión japonesa, especialmente en la salida del balón, donde jugadores como Miguel Terceros y Fernando Nava fueron marcados de cerca, limitando sus opciones de juego. La falta de precisión y la incapacidad para generar ocasiones claras reflejaron la brecha entre ambos equipos.

Japón, con varios jugadores que militan en ligas europeas, exhibió un juego basado en velocidad, anticipación y recuperación rápida del balón, además de contar con un cuerpo técnico que supo ajustar la estrategia para mantener el control del encuentro. Esta derrota aumenta la preocupación en Bolivia de cara a la repesca para la Copa Mundial 2026, evidenciando la necesidad de mejorar en aspectos tácticos y físicos para competir a nivel internacional.

El árbitro del partido fue Fu Ming, de China, y el encuentro contó con la presencia de aproximadamente 40 mil espectadores en el estadio Nacional de Tokio. No se registraron expulsiones durante el juego

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