Durante las eliminatorias rumbo al Mundial de Estados Unidos 1994, la selección boliviana integró un grupo que incluía a potencias mundiales como Brasil y Uruguay, considerados los principales favoritos. Sin embargo, sorprendió al posicionarse en la cima de la tabla de clasificación, impulsada por una generación de futbolistas que rompió esquemas bajo la dirección de Xabier Azkargorta Uriarte.
El entrenador vasco arribó al país con una visión innovadora que transformó la mentalidad de jugadores, técnicos y aficionados. Su enfoque, centrado en la confianza y la responsabilidad individual, permitió que la selección nacional alcanzara un nivel competitivo inesperado, culminando con la histórica clasificación al Mundial de 1994.
Azkargorta, cuya carrera como futbolista se vio truncada por una lesión, combinó su formación médica con su pasión por el fútbol para desarrollar un método de trabajo que iba más allá de lo táctico. Su experiencia como docente en la Escuela Nacional de Entrenadores de España influyó en su estilo, donde enfatizaba la importancia de vivir el presente y asumir las responsabilidades sin recurrir a excusas.
En sus charlas motivacionales, el técnico destacaba que el éxito se construye momento a momento, sin depender del pasado ni de ilusiones futuras. Fomentaba en sus jugadores la toma constante de decisiones acertadas dentro del campo, entendiendo que esta capacidad era clave para alcanzar la victoria. Su filosofía se resumía en eliminar cualquier justificación que comenzara con “es que…”, promoviendo una actitud proactiva y comprometida.
Este enfoque no solo fortaleció el rendimiento colectivo, sino que también generó un vínculo sólido entre el cuerpo técnico y los futbolistas. La selección boliviana se convirtió en un equipo difícil de vencer en condición de local durante las eliminatorias, reflejando la eficacia del sistema implantado por Azkargorta.
Más allá del ámbito deportivo, las enseñanzas del entrenador vasco poseen un valor aplicable a diferentes esferas de la vida, resaltando la importancia de la responsabilidad personal y la determinación para alcanzar objetivos. Su legado permanece como un ejemplo de cómo una mentalidad renovada puede cambiar el rumbo de un grupo y abrir puertas hacia logros históricos
