Las autoridades francesas han intensificado una búsqueda a nivel nacional tras el audaz robo de inestimables joyas históricas perpetrado el pasado fin de semana en el Museo del Louvre de París. Cuatro individuos son el objetivo principal de esta operación, que se centra en la recuperación de las piezas de un valor patrimonial y económico incalculable, sustraídas de una de las galerías más emblemáticas del museo.

La respuesta del Estado no se ha hecho esperar. El presidente Emmanuel Macron ha manifestado públicamente su compromiso con la recuperación de los objetos robados y con la pronta comparecencia de los responsables ante la justicia. La Fiscalía de París lidera la coordinación de todas las acciones emprendidas para resolver el caso.

Para tal fin, un equipo de hasta sesenta investigadores ha sido movilizado, dedicándose sin descanso a rastrear el paradero de los delincuentes y el valioso botín. Este consiste en ocho piezas de joyería que representan un legado de la realeza y de los imperios napoleónicos.

Entre los objetos desaparecidos figuran un collar y unos pendientes que pertenecieron a María Luisa de Austria, consorte de Napoleón Bonaparte. También se encuentran un collar, unos pendientes y una tiara de las colecciones de las reinas María Amélia y Hortensia, así como dos broches, un lazo de ramillete y una tiara que formaban parte del acervo de la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III.

Una novena pieza, la corona de la emperatriz Eugenia, fue hallada posteriormente al incidente, sugiriendo que pudo haberse extraviado durante la huida de los asaltantes. Este simbólico ornamento, engalanado con mil trescientos cincuenta y cuatro diamantes y cincuenta y seis esmeraldas, se encuentra actualmente bajo examen. Los informes iniciales indican que sufrió algunos daños superficiales, desmintiendo las especulaciones iniciales que apuntaban a una fractura total.

El asalto al Louvre se produjo el domingo a las 09:30, hora local. Los perpetradores accedieron al recinto utilizando un vehículo equipado con una escalera y lograron romper una ventana con la ayuda de pequeñas motosierras. Una vez dentro, se dirigieron a la espectacular Galería Apolo, donde forzaron dos de las vitrinas de alta seguridad para apoderarse de las joyas

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