La jornada electoral que culminó con la elección del nuevo presidente de Bolivia marcó el cierre de un capítulo para Luis Arce, quien emitió su último sufragio como mandatario del Estado Plurinacional. El ambiente en el colegio Miguel de Cervantes de La Paz, donde ejerció su derecho al voto, estuvo lejos de ser cordial. Tras depositar su papeleta, el presidente saliente se vio obligado a acelerar su salida en medio de un clima de reproches y epítetos desfavorables por parte de algunos presentes, que incluyeron acusaciones de deslealtad.
Este episodio simboliza la despedida de Arce de la jefatura de Estado, cargo que asumió en noviembre de 2020. Su gestión ha estado caracterizada por desafíos significativos, en un periodo que muchos describen como de profunda crisis. El exministro de Economía, a quien en su momento se le atribuyó un papel clave en el milagro económico boliviano, ahora cede el paso a Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano, quien fue elegido como el próximo presidente del país tras una histórica segunda vuelta.
Inmediatamente después de votar en esta decisiva contienda, el presidente Arce expresó su satisfacción con el desempeño de su administración. Destacó los obstáculos superados, señalando la existencia de facciones que intentaron impedir la realización de esta segunda vuelta. Enfatizó el compromiso inquebrantable de su gobierno con los principios democráticos desde el inicio de su mandato, subrayando que la protección y preservación de la democracia fue una encomienda fundamental recibida de la ciudadanía en 2020.
Antes de que se difundieran los resultados del Sistema de Resultados Preliminares (Sirepre), que confirmaron la victoria de Paz, Arce hizo un llamado a las dos fuerzas políticas contendientes. Les instó a respetar la voluntad popular expresada en las urnas, cualquiera que fuera el desenlace, reafirmando que la decisión final recae en el pueblo boliviano y que todos los candidatos deben acatar los resultados democráticamente establecidos