El sector agrícola en Tarija se enfrenta a un desafío persistente debido a los elevados costos de los insumos esenciales, una situación que no ha mejorado a pesar de la reciente reducción en la cotización del dólar. Los productores del valle central expresan una creciente preocupación ante la proximidad de la nueva campaña agrícola, ya que el mantenimiento de precios altos para fertilizantes y agroquímicos incrementa significativamente sus costos de producción.

Líderes de las organizaciones campesinas han señalado que los precios de estos productos se han mantenido invariables, e incluso algunos han experimentado incrementos. Esta estabilidad al alza resulta particularmente inquietante, dado que la disminución del valor del dólar no se ha traducido en una reducción de los precios de los agroinsumos importados, que son fundamentales para la actividad agrícola.

Frente a esta coyuntura, las asociaciones de agricultores, incluyendo la Central Única de Comunidades Campesinas de Cercado y la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija, han implementado una estrategia conjunta. Han coordinado la compra directa de urea desde la Planta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), eliminando así la figura de los intermediarios para asegurar un acceso más económico a este fertilizante crucial.

Esta iniciativa ha resultado en la distribución de más de 3.000 quintales de urea, transportados directamente desde Cochabamba. La entrega se organiza de manera estructurada, basándose en listas proporcionadas por las comunidades, lo que garantiza una gestión eficiente y equitativa para los agricultores participantes.

En cuanto a los precios, la urea adquirida directamente ha experimentado un ajuste gradual, pasando de 196 bolivianos a 226, y actualmente se sitúa en 230 bolivianos por quintal. A pesar de estos incrementos, el costo sigue siendo considerablemente inferior al del mercado local, donde el mismo producto se comercializa entre 250 y 280 bolivianos.

La dificultad económica para los productores se agudiza al coincidir los altos costos de los insumos con un período de bajos precios para la producción agrícola. Un ejemplo claro es la papa, cuya cosecha actual se vende a precios que apenas cubren la inversión inicial, añadiendo una presión adicional a la ya compleja situación financiera de los campesinos

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