La selección boliviana de fútbol consiguió una histórica victoria de 1-0 sobre Brasil en El Alto, un resultado que le aseguró un lugar en el repechaje mundialista. Sin embargo, el triunfo local fue recibido con una ola de críticas y descontento por parte de la delegación brasileña, quienes señalaron diversos factores que, a su juicio, empañaron el desarrollo del encuentro.
Carlo Ancelotti, director técnico de la Canarinha, que experimentaba por primera vez un partido oficial a 4.090 metros sobre el nivel del mar, describió el compromiso como excepcionalmente difícil. El estratega italiano reconoció que la altitud impuso una alteración sin precedentes en la estrategia de su equipo desde que asumió el cargo, obligándolos a reconsiderar su planteamiento táctico de manera fundamental. A pesar de las adversidades, Ancelotti elogió la entrega de sus futbolistas en lo que consideró una de las canchas más exigentes del continente, y reconoció la intensidad con la que el equipo boliviano juega en casa, destacando su éxito en estas condiciones. No obstante, también deslizó su malestar por ciertas decisiones arbitrales y un ambiente general que consideró adverso.
Las declaraciones más contundentes provinieron de Samuel Xaud, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), quien calificó lo sucedido en El Alto como un acto antideportivo. Xaud expresó su profunda tristeza por la experiencia vivida, afirmando que su equipo acudió a jugar al fútbol, pero se encontró con una serie de situaciones que consideró completamente ajenas al espíritu deportivo. Sus quejas se extendieron a la actuación de los oficiales del partido, la seguridad local y hasta los recogepelotas, quienes, según su versión, influyeron negativamente en el desarrollo del juego al manipular la disponibilidad de los balones, generando un ambiente que describió como un auténtico desastre.
Estos pronunciamientos reavivan el persistente debate en el fútbol sudamericano sobre la influencia de la altitud en el rendimiento de los equipos visitantes. Mientras Bolivia celebra su clasificación a la siguiente fase, Brasil regresa a casa con un cúmulo de interrogantes y una controversia que promete extenderse
