El reciente despliegue militar estadounidense en Puerto Rico ha intensificado las tensiones regionales, provocando una enérgica reacción por parte del gobierno venezolano. La Casa Blanca ha ordenado la movilización de diez cazas F-35 a una base aérea en la isla caribeña, complementada con el envío de infantes de Marina para llevar a cabo entrenamientos anfibios y ejercicios de vuelo en la zona sur del territorio.
El presidente de Venezuela ha manifestado su rotundo rechazo a lo que considera una colaboración de Puerto Rico en una acción que vulnera la soberanía de su nación. En este contexto, desafió a la gobernadora de la isla, afirmando que si Puerto Rico se concibe como plataforma para una operación militar contra Venezuela, ella debería encabezar dicha incursión. El mandatario venezolano expresó su convicción de que la población puertorriqueña se opondrá a que su territorio se convierta en una base para agredir a sus vecinos sudamericanos, una postura que resuena con las recientes manifestaciones frente a la base aérea Muñiz, donde cientos de personas protestaron contra las operaciones militares y la posible reactivación de antiguas instalaciones castrenses.
Una delegación de alto nivel de Estados Unidos, compuesta por líderes del Pentágono y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, visitó las tropas desplegadas en Puerto Rico. La gobernadora local dio la bienvenida a la comisión y, posteriormente, utilizó sus redes sociales para agradecer al presidente estadounidense por reconocer la importancia estratégica de Puerto Rico para la seguridad nacional de Estados Unidos y su rol en la lucha contra el narcotráfico y el líder venezolano. Al ser consultada sobre la duración de las maniobras y el número exacto de efectivos, la gobernadora indicó que estas cifras aún no están definidas y que las tropas continúan llegando.
Simultáneamente, en Caracas, el Palacio de Miraflores ha centrado su atención en responder al despliegue militar ordenado por Washington en el Caribe. El presidente venezolano acusó a Estados Unidos de fabricar una narrativa engañosa contra su administración, con el objetivo de propiciar un cambio de régimen y apoderarse de los recursos petroleros, gasíferos y auríferos de su país. Durante su programa televisivo semanal, el mandatario defendió la postura de que Venezuela es irrelevante en el contexto del narcotráfico internacional y calificó la situación actual en aguas caribeñas no como meras tensiones, sino como una clara agresión.
Mientras el líder venezolano denunciaba un complot para derrocarlo, el secretario de Defensa estadounidense, dirigiéndose a las tropas en Puerto Rico a bordo del buque de asalto anfibio USS Iwo Jima, declaró que sus actividades no constituían un simple entrenamiento, sino una misión crucial para poner fin al envenenamiento del pueblo estadounidense. Hegseth pronunció discursos cargados de fervor patriótico ante los uniformados, enfatizando la consecución de la paz mediante la fuerza, la preparación sin precedentes de sus tropas y la máxima de que quienes anhelan la paz deben estar listos para la guerra. Cabe destacar que el presidente estadounidense había propuesto previamente renombrar el Departamento de Defensa como Departamento de Guerra.
En el ámbito internacional, el presidente de Irán mantuvo una conversación telefónica con su homólogo venezolano, reafirmando su respaldo a Caracas en medio de la disputa con Washington. El líder iraní condenó enérgicamente cualquier violación de la integridad territorial de las naciones y expresó el apoyo irrestricto de su país a la integridad territorial y al pueblo de Venezuela. Este diálogo presidencial fue precedido por un encuentro entre los ministros de Exteriores de ambas naciones, donde el canciller iraní calificó las acciones de Estados Unidos como unilaterales e intimidatorias. El ministro de Exteriores venezolano, por su parte, agradeció al gobierno iraní por su defensa de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y subrayó la imperiosa necesidad de respetar la soberanía nacional y la integridad territorial de Venezuela.
En respuesta a los movimientos militares estadounidenses, Caracas ha implementado una serie de contramedidas, que incluyen la movilización de buques, el alistamiento de milicianos y el despliegue de un refuerzo especial de 25.000 efectivos en cinco regiones estratégicas del país, ubicadas a lo largo de su fachada caribeña y atlántica, según anunció el ministro de Defensa venezolano